“El pensamiento filosófico y científico tienen el carácter de ser
siempre “objetivos”; en cambio, en la religión, el “pensamiento” es un
producto del trato “personal” de la criatura con su Creador.” El
idealismo hegeliano tuvo una enorme influencia en su tiempo. Su
concepción de la “Idea Absoluta” como sucedánea de la idea cristiana de
Dios, justificaba el devenir histórico de los pueblos.
El Estado era para Hegel, la encarnación más palpable de esta
idea absoluta. Por algo encontró su sistema mucha simpatía en el
gobierno prusiano de su época. Su fama se extendió por toda Europa y fue
considerado el filósofo más importante de la historia de Alemania. Sin
embargo, tuvo también opositores o detractores: el existencialista Soren
Kierkegaard, el voluntarista Arthur Schopenhauer y el materialista Karl
Marx.
Soren Kiekergaard danés, es considerado el fundador de la corriente
filosófica llamada “Existencialismo.” Detestaba a Hegel y decía que este
había edificado con su razón “castillos en el aire mientras él
permanecía viviendo en una pobre cabaña.” Kiekergaard es el primer
filósofo en la época moderna que dio más importancia a nuestra
“subjetividad” que a la objetividad exclusiva de la razón. El “existir”
es primero, el “ser” (del saber) es después. Concentrar las energías
psíquicas en el propio conocimiento, es más importante que conocer todas
las leyes físicas que rigen este Universo.
Según Kiekergaard, hay tres esferas de existencia en el ser humano:
La “estética”, la “ética” y la “religiosa.” La vida “estética” es la de
los placeres que esta vida nos puede ofrecer; la “ética” está consagrada
al cumplimiento de nuestros más fundamentales deberes; y la esfera
“religiosa”, en donde el ser humano se postra ante Dios como criatura
limitada y como pecador. De esta concepción subjetiva y personal, la
religión alcanza su verdadera dimensión que va más allá de cualquier
doctrina filosófica o adhesión objetivista de las ciencias. Lo objetivo
del saber de Dios tiene que pasar primero por la experiencia personal y
espiritual.
Arthur Schopenhauer, el otro detractor de Hegel, llegó a tacharlo como
“el gran charlatán”. Hegel decía que “todo lo racional es real y que
todo lo real es racional”. Schopenhauer en cambio decía: “Todo lo real
es irracional y todo lo racional es sólo una representación de lo real
que es “pura ilusión”.
Schopenhauer, por influencia de la filosofía de la India, llegó a
considerar que lo único que este mundo puede ofrecernos es dolor y
sufrimiento. De allí que todo el mundo lo haya estigmatizado como
pesimista y fatalista. ¡Nada más falso!
Schopenhauer ofrece dos salidas de este mundo, nada despreciables, a
saber: la vida artística y la vida espiritual. Ambos tipos de vida nos
pueden consolar mucho durante toda nuestra existencia corporal. ¡A
través del arte y la vida ascética, el hombre se libera del imperio de
la “voluntad de vivir” que es lo que lo mantiene esclavizado a este
mundo! ¡Es que la Naturaleza es para Schopenhauer un campo de lucha sin
cuartel!
Y, por último, Karl Marx, quien adoró a Hegel en su juventud y lo
detestó en la vejez. Cambió la “idea” por la “materia” y usó el método
dialéctico hegeliano de una manera violenta y revolucionaria. Su teoría
filosófica más importante fue “El materialismo dialéctico e histórico”,
intuición fundamental y guiadora de sus aventuras revolucionarias que
compartió con Engels.
Concluyendo:
Existencialismo, voluntarismo y materialismo son las tres corrientes
filosóficas que estos pensadores heredaron a la humanidad en los siglos
XIX y XX respectivamente como una reacción al poderoso influjo que
ejerció Hegel en su época.
Fuente: http://www.filosofia.mx/
http://www.filosofiaymas.com