Revista Diario

Los dias del odio

Publicado el 23 octubre 2013 por Karmenjt

El lunes el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo dio la razón a la etarra Inés del Rio en su recurso contra la doctrina Parot y ordenó su puesta inmediata en libertad al vulnerar dicha doctrina el Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Estamos a miércoles y los medios de comunicación escritos o hablados siguen cargando las tintas con odio y sed de venganza.

A mucha gente le podré parecer insensible, o poco solidaria con las víctimas pero creo que no se puede legislar basándose en el dolor y el sufrimiento de las víctimas, aún comprendiéndolo. Además, no se puede distinguir entre muertos, no hay mejores muertos que otros, todos merecen la misma justicia, y en este país se ha utilizado políticamente a demasiados muertos para tocar la fibra sensible de la sociedad y tener ventaja política, y eso simplemente me parece vergonzoso porque se juega con sentimientos demasiado fuertes sin ningún escrúpulo, y al final esto pasa factura. El gobierno actual tiene miedo de que el monstruo que el mismo ha estado alimentado durante años con fines electorales y como arma arrojadiza contra el gobierno anterior se vuelva en su contra, y convoque las mismas manifestaciones multitudinarias que ellos mismos apoyaron en el pasado.

En la Constitución de 1978, esa que todos consideran tan sagrada a veces, se abolió la pena de muerte. También se estableció que las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social. Nuestro sistema penitenciario español está orientado a que las personas condenadas por los delitos o crímenes que hayan cometido, por terribles que hayan sido estos, puedan reinsertarse en la sociedad una vez transcurrida la condena impuesta.

Estos días no se habla de si estas personas que al parecer van a ser excarceladas están preparadas para integrarse en la sociedad sin que supongan un peligro. No solo son antiguos etarras, también son asesinos comunes y violadores, y eso es lo que a mí me preocupa, no el que cumplan 25, 30 o 800 años. A las familias de las víctimas les parece un agravio su puesta en libertad, a ellas no les parecerá nunca bastante el tiempo que puedan pasar en prisión, es comprensible, pero no creo que se deba supeditar el cumplimiento de las leyes nacionales o internacionales a sentimientos tan viscerales como el dolor por la perdida violenta e inútil de un ser querido.

Siempre me ha parecido que se arropa más a unas víctimas que a otras. Si la víctima lo ha sido por un acto de terrorismo tendrá un apoyo social o económico del que no disfrutará cualquier otra víctima de un asesinato común. Los medios de comunicación también ayudan a que haya crímenes que se convierten en circos mediáticos en los que sin esperar a juicio o sentencia se pide la cabeza de los presuntos autores a pie de Juzgado.

Conozco el shock de perder a alguien por una muerte violenta. Lamentablemente un familiar cercano fue asesinado violentamente hace años y ni siquiera la familia pudo disfrutar del sentimiento de relativa justicia que supone que el autor sea condenado por tan horrible crimen porque en ese momento era menor de edad, así que conozco perfectamente el sentimiento de frustración, impotencia, rabia y odio que genera. Sentimientos que no hicieron que cambiará mi conciencia sobre este tema. Ninguna muerte devuelve otra vida y siempre he pensado que hasta los peores criminales pueden llegar a arrepentirse y que su peor castigo es vivir con ello. También se que hay otros que no, que pueden suponer un peligro real en la calle, pero para eso el sistema debe tener soluciones.

Aunque no creo que ninguna pueda satisfacer nunca a todas las partes.


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