“A veces, diciendo que iba de caza, se acercaba á observar los trages, maneras y usos de la gente vulgar, en las humildes casas de campo, en las del rio, y en las de los barrios bajos de córte, para trasladarlas á sus cuadros, de costumbres populares…”
Renacimiento, revista literaria, 1847.
Portada del álbum que recoge los grabados que Isidoro Rosell y Torres realizó a partir de los dibujos de Leonardo Alenza.
Dibujos de trazo grueso, ágil, desenfadado, sobrio. Dibujos abocetados e irónicos que describen rasgos característicos de personajes y escenas del Madrid castizo. Testimonio gráfico de oficios de gente pobre. Estampas y dibujos que son conocidos como Caprichos y que tienen puntos de coincidencia con otros Caprichos, los del célebre Francisco de Goya y Lucientes (1746-1848).
Isidoro Rosell y Torres (1845-1879), prestigioso grabador madrileño, es el responsable de que los dibujos de Leonardo Alenza y Nieto (1807-1845), fundador de la escuela romántica madrileña, sean conocidos como Caprichos. Rosell y Torres grabó al aguafuerte una serie de escenas costumbristas realizadas por el pintor en el año 1840 y las presentó con la portada que da comienzo a la entrada de hoy. Esto sucedió en 1878.
Cabeza masculina, aguafuerte y aguatinta.
Leonardo Alenza se formó bajo la tutela de Juan Antonio de Ribera (1779-1860) y de José de Madrazo (1781-1859), dos neoclásicos. El primero le enseñó dibujo, el segundo le instruyó en el arte de la composición y el color. Alenza fue un pintor romántico y un dibujante seducido por la vida cotidiana de los barrios desfavorecidos. Ese gusto por representar escenas castizas, sin aderezos románticos, proporcionó realismo a su obra gráfica, pues narraba en imágenes la vida que observaba. Los artistas costumbristas se dividen en dos grupos: los conservadores, que pintaban para dejar testimonio de tipos y costumbres que tenían los días contados, y los que hacían crítica social con sus dibujos, como Goya. Alenza fue un artista que utilizó el sarcasmo de forma intermitente.
Paveros, tinta con pluma.
Leonardo Alenza tuvo poco reconocimiento en vida, aunque la muerte le regaló la fama al poco de llevárselo. Sus contemporáneos lo describieron como una persona amable y solitaria. En la revista literaria Renacimiento hay un artículo publicado en el año 1837 que describe su “facilidad para retener las fisonomías, posturas, ropajes y grupos que le chocaban, pudiendo reproducirlos después con la mayor exactitud”.
En los dibujos de Alenza las figuras se mueven, huelen y casi siempre se muestran con varias capas de trapos encima, calzadas con alpargatas y acompañadas de perros pordioseros. Actores y músicos ambulantes, majas, gañanes, toreros, borrachos, barquilleros, nueceros, niños callejeros… son representados en corrillos, romerías, teatros, procesiones… Es curioso cómo el carácter espontáneo y chismosillo del español se pone de manifiesto en sus dibujos, donde las figuras aparecen siempre conectadas y mostrando esa expresión vivaz, ese nervio brioso que acompaña al excluido del banquete del rico.
Vendedor de bollos, tinta con pluma.
He apuntado antes que Alenza es uno de los artistas más representativos del Romanticismo español -Costumbrismo y Romanticismo compartieron espacio durante un tiempo-. Sus óleos se distinguen por su paleta sobria y su gusto por ofrecer al color blanco un lugar estratégico en la composición. Alenza fue retratista y pintó alegorías y temas históricos. Sus obras más conocidas son dos cuadros de pequeño formato que llevan por título Sátira del suicidio romántico (1839) y Sátira del suicidio romántico por amor (1839), ambas piezas son una crítica al “arrebato y delirio del Romanticismo”, como diría Enrique de Aguilera y Gamboa (1845-1922). Estas dos obras fueron donadas por el marqués de Cerralbo al Museo Romántico en el año 1921. Allí continúan expuestas.
Alenza nos dejó pinturas serias, dibujos costumbristas y dibujos satíricos. Hoy nos ocupamos de los soportes en papel que lo convierten en un cronista de su ciudad. La época que vivió Leonardo Alenza destaca por la consolidación de la prensa y, por tanto, de la ilustración -la fotografía se impone en su país en los años setenta del diecinueve-. Esta situación no pasó inadvertida para el artista, que fue colaborador del Semanario Pintoresco Español entre otras publicaciones.
Un chispero fumando, aguafuerte y punta seca.
¿En qué se parecen la la obra gráfica de Goya y la de Alenza?
-En la búsqueda de motivos en los barrios pobres de Madrid.
-En la representación de escenas costumbristas (tipos y situaciones).
-En el desaliño de la figura abocetada -el trazo suelto.
-En la naturalidad de la exposición que, sin embargo, no tiene nada de improvisación.
-En la manera de sombrear.
-En el uso de la ironía y la sátira -Goya utiliza la sátira en sus Caprichos. Alenza no siempre hace uso de este género.
El requiebro, aguafuerte.
“El capricho define los rasgos de fantasía que provocan desconcierto y ponen de manifiesto la originalidad de un pintor”, afirmó el historiador de arte Giorgio Vasari (1511-1574).
“El señor Alenza siguiendo siempre las trazas del festivo Goya, ha ofrecido algunos caprichos dignos de atención por la originalidad del pensamiento, chiste y curiosidad de la composición”, puede leerse en el Semanario Pintoresco Español de 1838.
Están los Caprichos de Goya y están los Caprichos de Alenza. No hay como ver para comprender. A continuación les dejo una selección de dibujos y estampas de Leonardo Alenza, el continuador de Goya. Mira cuánta expresividad en los rostros y qué lejos están los dibujos del carácter artificioso y místico del Romanticismo formal. Son los dibujos y estampas de Leonardo Alenza un paseo por un Madrid que se ha fugado.
DIBUJOS Y ESTAMPAS DE LEONARDO ALENZA
Escena campestre o la bella sentada, aguafuerte y aguatinta.
La piojera, aguafuerte.
La limosna, aguafuerte y barniz blando, toques de punta seca.
El gañán y la moza, aguafuerte y aguatinta.
La vendedora de pescado, aguafuerte.
Educando al perro ratonero, tinta con pluma.
De palique, tinta con pluma.
Coche de caballos con figuras, aguafuerte.
De palique, aguafuerte.
Vieja celestina, tinta a pluma.
Facsímil, este grabado fue realizado por Juan José Martínez de Espinosa, aguafuerte, 1875. El dibujo es de Alenza.
Los nueceros, tinta con pluma.
Verdulera, tinta con pluma.
Comió morcilla, tinta con pluma.
(Cuando los perros tenían rabia era costumbre darles morcillas envenenadas. De ahí la expresión “¡Que te den morcillas!”)
En el Museo Romántico, en el Museo Lázaro Galdeano, en el Museo Municipal de Madrid, en el Museo Nacional del Prado y en la Biblioteca Nacional encontrarás más obras de Leonardo Alenza. Yo he llegado hasta aquí.
La entrada Los dibujos de Leonardo Alenza, el “falso Goya”. se publicó primero en El Copo y la Rueca.