Magazine
Señores, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pude dirigir mis pensamientos a este blog. El 4 de julio el lockout era una realidad, y el 5 de noviembre lo sigue siendo. Pero hay diferencias.
Demostrado queda que la unión hace la fuerza, y que la dilatación desmedida de un proceso de negociación colectivo puede provocar discrepancias en el seno de una de las partes. En eso estamos.
Los propietarios no ceden ni un ápice y sus pretensiones se mantienen firmes. Salarios desorbitados y costes difíciles de asumir suponen una complicada gestión del futuro de sus franquicias. El basket mantiene el interés del aficionado, pero los errores del pasado son golpes de maza en el presente, y la viabilidad de proyectos se tambalea. Nadie puede cuestionarle a un jugador de medio pelo que haya firmado un contrato que ni en tres vidas hubiera soñado. ¿Quién es el culpable?
Propietarios pintorescos, algún que otro general manager ambicioso, o gestores muy mal asesorados. Ya lo dijo Rashard Lewis. No fue él quien puso el cheque encima de la mesa.
Desde la pista, los jugadores piden que se reconozca en números en el banco su aportación al negocio lucrativo. Si son ellos los que hacen girar la rueda, su esfuerzo debe tener recompensa, como hasta ahora. Mayor beneficio en el reparto del BRI, esos ingresos relacionados con el baloncesto que pueden ser superiores a los cien millones de dólares.
La patronal quiere equilibrar las cosas para disponer así de un puñado de millones con los que evitar que el suelo tiemble a sus pies. Son los culpables en gran medida, e inevitablemente son los garantes de que haya una rueda que gire. Las responsabilidades deberían estudiarse seriamente.
Negociación dura durante meses y unidad que se rompe. Jugadores con peso en la liga empiezan a dudar de sus representantes y abogan por un mal acuerdo en lugar de una situación enquistada y de permanencia sine die de contratos suspendidos. La letra de la mansión no se paga sola.
Mientras tanto los equipos europeos se frotan las manos. Dígale usted por ejemplo a Maccabi que Farmar se tiene que volver. Ese plus es de difícil sustitución, y eso que no es una de las grandes estrellas.
Stern se ve obligado a seguir retrasando el inicio de la temporada, pero si el grupo de disidentes crece, como parece que sucederá, el final del lockout está muy cerca.