Tú y yo, y el resto de humanos somos tipos raros. Vivimos todos los días tan tranquilos sin acordarnos de los grandes enigmas de nuestra existencia: qué es el universo, por qué tenemos conciencia de nosotros mismos, cómo la muerte puede llegar a ser tan injusta o la razón por la que las personas guapas y con buen carácter tienden a emparejarse con los tipos más feos y malencarados.
Sí, vivimos cada día sin acordarnos de estos grandes enigmas y sin embargo no podemos soportar que tras el último capítulo de Perdidos, una serie de ciencia ficción, se hayan quedado algunas preguntas sin responder. Parece que nos sentimos engañados y con nuestras expectativas frustradas por un final que nadie esperaba. Han sido seis años en los que los perdidos éramos los espectadores y no los protagonistas y quizás por eso no nos hayamos dado cuenta de que lo más divertido han sido todos esos momentos de confusión que hemos sufrido.
Por ejemplo, cuando discutíamos en la cafetería del trabajo qué diantres era ese humo negro. O cuando mi padre descubrió por su propia cuenta que 4 + 8 + 15 + 16 + 23 + 48 sumaban 108. Ni cuando cinco días antes de mis oposiciones, me senté en el suelo del cuarto de baño, llorando nerviosamente por lo desgraciada que había sido la vida de Kate. Las largas conversaciones con Vientoblanco acerca de si Ben era muy bueno o muy malo, mientras nos turnábamos en la máquina de pectorales del gimnasio. El bote de arena de la playa de la serie que Guille y Diego me trajeron de Hawaii. El polo de la iniciativa Dharma que enviamos a Elenita a Alemania. Las teorías de Menelwen de los últimos días de la serie.
Somos tipos raros; nadie comenta todos esos buenos momentos que cada uno ha pasado. Los míos han sido tan agradables, que no voy a decir que haya sido una mala serie sólo porque al final hayan quedado cabos por atar. Salvando las diferencias, hay que reconocer que la gente recuerda El Quijote por los molinos de viento y las conversaciones con Sancho, y no porque todo acabara perfectamente hilvanado. ¿A alguien le importa acaso qué ocurrirá con Dulcinea después de la muerte del famoso caballero?