Acontecía también que en el Bristol solían echar películas que apenas evitaban por los pelos la censura franquista, auenque fueran de dos rombos y estaban clasificadas para mayores de dieciocho años filmes como "las que tienen que servir" y la sublime "¿Qué hiciste en la guerra papi?
En en cine Río las películas no solían tener ese problema, su pantalla se llenaba con películas de humor como las de Luois de Funes, westerns y películas de humor patrio, del blanco más inmaculado, películas de acción o dramas como la adatación cinematográfica de "Lucecita".
En el Río acontecía que al ser de sesión contínua, en ocasiones me compraba un bocadillo y una cocacola y entraba a las cuatro de la tarde y me quedaba a repetir la primera película, por lo que no salía hasta casi las diez de la noche.
La soledad siempre me persiguió y muchos domingos ese fue mi plan. Un plan feliz, pues después de un libro no hay nada como ver una película para vivir desde entro una vida, una sensación sublime de flotar en un mundo feliz.