Habréis escuchado a diestro y siniestro sobre la decisión del Supremo de reabrir el caso de Antonio Meño, el hombre que quedó en coma hace 21 años por culpa de una negligencia médica tras una sencilla operación de cirugía estética. Y sobre los padres de Meño, fruteros jubilados de Móstoles que pasaron 522 días parapetados en una tienda de campaña frente al Ministerio de Justifica, reclamando precisamente eso.
Podríamos hablar de nuevo de ángeles y santos y también de demonios, porque el asunto parece estar bien surtido de una cosa y otra. Seré mucho más breve: creo que era Unamuno quien decía que la prensa, en vez de mostrarnos los sucesos del día en lo que tienen de permanente, nos enseña las cosas más permanentes como meros sucesos. ¿Cómo habrá sido la vuelta a casa para este matrimonio, con un hijo en coma para siempre?