Los Imaginantes

Publicado el 26 mayo 2010 por Ninocactus

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared del garaje, se convirtió en los cordones de las botas de un temible gigante. Gracias a ellos, conseguimos escapar de su guarida y descender por los acantilados del fin del mundo. Allí, en el arrecife de los dragones, se transformó en las riendas del más grande, el cual, tras lanzar una bocanada de fuego, salió volando rumbo a casa para aterrizar justo a la hora en que comenzaba su programa favorito. Y entonces, la manguera volvió a ser una triste y simple manguera.

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