¡Hola a todos! ¿Cómo va este verano?
Veréis, ayer, mientras ordenaba apuntes, me quedé mirando fijamente a una de mis estanterías, leyendo los títulos, y me fijé en todos mis libros de cuando era pequeña. En mi mente se encendió una bombillita. ¿Por qué no dedicarles una entrada a esas páginas que nos han acompañado antes de ir a dormir, que nuestros padres nos leían, con los que aprendimos a leer y a soñar?
¡Un pequeño gran homenaje a algo que muchas veces olvidamos! Antes de leernos libros de 800 páginas, algo había, que nos atraía a mundos mágicos, donde nos encantaba oír hablar de princesas, príncipes azules, dragones, brujas, sirenas, hadas... ¡¡de todo un poco!!
¿Os cuento cuál era mi preferido?Bueno, desde pequeña, nunca he tenido un libro favorito. Cualquier libro que despertara algo en mí se convertía en un libro que me encantaba. Claro que, siempre ha habido algunos que estaban al principio de esta lista...
- El cuervo y el zorro: no sabía leer, pero el libro me lo sabía de memoria con dos años. O eso dicen en mi casa...
- La Bruja Colorea: fue el primer libro que leí -a parte de la cartilla Micho- y le tengo especial cariño.
- La Sirenita: un clásico... ¡¡cuántas veces habré imaginado de pequeña que era una sirena!!
- Barbie en El Cascanueces y Barbie en Rapuncel: yo, una fanática de la Barbie en mi más tierna época, ¿cómo no iba a estar enamorada de estos libros que me leía mi madre antes de ir a dormir?
- Los Batautos hacen batautadas: este libro lo leí ya cuando mi manejo en la lectura era considerable, y probablemente sea el libro que más veces haya leído en mi vida. No exagero cuando os digo que me levantaba todos los sábados con siete años a leerlo.
- Fray Perico y su borrico: ay, señor, mi Fray Perico. Otro libro que me hacía levantarme los fines de semana a las ocho y leerlo repetidas veces.
- Manolito Gafotas: este sí que sí, fue el que marcó el paso de lectora pasiva a lectora obsesiva. Empecé, el primer día, leyéndome una frase cada cinco minutos y marcándola con boli (secreto revelado), porque, a pesar de que me gustaba leer mucho, yo leía mis libros finitos, y para mí, con ocho añitos, ese libro era "muy gordo". Pasadas las dos o tres primeras páginas siguiendo este ritual, me terminé de leer el libro en un día. ¿De dónde salió ese cambio de actitud? Ni idea, pero fue la primera vez que le dije a mi madre que me tenía que comprar libros, muchos libros. Ahí empezó mi pasión lectora.
Con esta anécdota termino hoy... otro día os hablaré sobre mis libros a una edad más avanzada, que ahora mismo, cuando lo pienso, no los considero adecuados para esa edad... pero esa es otra historia que merece ser contada con detenimiento.
Por cierto, ¡me encantaría leer cuáles han sido los libros que han marcado vuestra infancia!
¡¡Hasta pronto!!<3