Los líderes del mundo se presentan ante todo el que quiera oírlo como los poseedores de la capacidad de elegir sobre el destino de la humanidad. Y por eso se juntaron en Copenhague con gran boato y despilfarro de dinero: para asentar las bases de una producción industrial y energética menos contaminante con la idea de conseguir que este planeta sea habitable el tiempo suficiente como para que nos extingamos por motivos ajenos a nuestra inteligencia.
Ese era el planteamiento inicial pero, a la vista de los resultados, en realidad solo están preocupados por sus propios intereses. Disfrazando sus decisiones de patriotismo, de progreso económico: tonterías. Sólo quieren continuar medrando sin importarles en exceso que todo se vaya al garete. La posición en la que están es muy cómoda y jamás van a tomar medidas que vayan en contra de su status de privilegio. Ninguno se va a arriesgar en comprometerse a reducir sus emisiones contaminantes a cambio de perder dinero, competitividad y capacidad productiva: eso sería darle ventaja a los demás y arriesgarse a quedarse sin pagas de beneficios bajo cuerda.
Yo no me considero ni liderado, ni representado por una caterva de nuevos ricos, que con el dinero de sus votantes (en el mejor de los casos) y súbditos con los derechos recortados en la mayoría de los casos, acuden a reuniones superfluas a intentar imponer los intereses de sus respectivas empresas (o las de sus amigos) sobre las de los demás. Como si fuera una partida de ajedrez, pero sin talento, en la que se entretiene el tonto del pueblo y una cabra.
Un líder es el que guía al grupo hacia dónde el grupo quiere ir, no hacia dónde a él le interese, el que hace eso no es un líder, sino un tirano que obliga a los demás a seguirle.
La gente está pidiendo a gritos que se equilibren los niveles económicos del planeta, que no haya gente muriendo de hambre por miles cada día. La gente pide que no se despilfarre dinero en cumbres imbéciles que sólo buscan hacerse una foto bonita para justificar sus intereses políticos. La gente pide que no haya guerras. La gente pide que no haya abusos hacia los desfavorecidos. La gente no quiere que haya pena de muerte (bueno hay unos cuantos que sí, pero a lo mejor no son gente). La gente quiere que se busquen soluciones a la producción que contaminen menos. La gente sólo quiere vivir en paz. Tener un futuro gris, en lugar de negro. Tener la posibilidad de poder ver crecer sanos a sus hijos. Cosas de este tipo es lo que se les demanda a los que se etiquetan como líderes del mundo.
Sin embargo, en lugar de hacerlo, se dedican a continuar malversando el dinero en bancos estafadores, en fomentar guerras que mantengan en marcha las fábricas de armamento, en investigar novedosas formas de matar gente, en continuar enmerdando bosques y mares con un modelo productivo del siglo XIX. En criticar a los regímenes autoritarios o los que mantienen la pena de muerte, para a renglón seguido firmar acuerdos económicos con ello.
Y luego tienen la poca vergüenza de decir que han firmado una cosa (algunos tienen la osadía de llamarlo acuerdo o documento) al finalizar la cumbre de Copenhague. Podría haber firmado sobre el cadáver de cualquier de nosotros y hubieran sonreído del mismo modo para la foto.
Sé que lo único que les duele es el dinero. Y desde aquí pongo mi pequeño granito de arena para dejar de comprar, siempre que pueda elegir (aunque también esto es una dictadura) productos que provengan de países que no se comprometen a intentar preservar el precario equilibrio que hay en este planeta. A los que no quieren saber nada de polución, de pena de muerte, a los que abanderan la doble moral. No quiero saber nada de los autoproclamados gobernantes de la economía mundial. No sois mis líderes. No contéis conmigo para que os “haga la ola” cada vez que os saquéis un moco los uno a los otros.
Si siguen quitando todo, a los que tienen poco, se quedarán sin nada, y no tendrán nada que perder. En ese momento los que lo robaron lo perderán todo.
keagustitomekedao