Los lunes al sol

Dios nos mintió. Dios nos mintió porque hizo el domingo para ir al cine en pareja y para nada más. Lo hizo para ir a la sesión de las siete, porque no es ni muy pronto, ni muy tarde, lo creó para eso y nos discriminó a todos. Los domingos son horribles porque sólo se dedican a avisarte de las horas que faltan para el lunes. No son como los miércoles, que se dedican a todas horas a recordarte que son sólo justo eso, miércoles. Los domingos son más lluviosos, duele la cabeza mucho más que un jueves y el desorden del armario molesta mucho más que un viernes, y así podríamos seguir durante horas, o ejemplos, cuando en realidad, no queremos reconocer que no es culpa del domingo, es culpa de Dios, sólo suya, por colocarlo entre el sábado y el lunes. El domingo en realidad es un valiente y no se queja jamás, porque es el único capaz de enfrentarse a las horas de noche y cervezas y aguantar a que venga el peor día de la semana. El peor día de la semana es el lunes, porque es el primero, porque tienes que pagar la factura de la luz y ni siquiera puedes hacerte entender con el sofá. Mientras que el domingo tiene películas y libros, los lunes no tienen nada. Acaso alguna canción. Y conocida, nunca nueva.