Vuelven los dedos de olvidar.
Derramándose sobre la cuesta
de la sábana
está el latido y la fe,
la furia de la luz contra la sombrasde dos siluetas ardiendoentre las bocas.
Deliran
Se dejan irPrometenLa piel se suspende en el tacto,
ahora la agonía es el éxtasis
y el gemir el canto de sirena.
Música empeñada en enraizarse.
La sangre se torna dulce. Frutada.
Piden por favor
con los ojos sin foco, ni pupila,
dejando con cada beso una cicatriz,
con cada adiós
el asombro clandestino,
desangelado.
Son un hueco resonar,
para lo oculto…lo inasible…lo improbable…lo mentido...
lo inevitable.