Ciberintelectualismo desencadenado
Los muertos es una temeridad a la par que toda una valentía, un coraje no sé si de naturaleza encomiable pero sí desde luego con los machos bien atados, un salto al vacío con sólo el paracaídas de emergencia y éste aun sin revisar. ¿Cuántos se atreverían?... Otra cosa muy distinta es que haya o no asistentes al espectáculo, una nómina suficiente de lectores no correligionarios prestando la debida atención, aguardando a ver si sí o si no Carrión se la pega con todo el equipo...
Los replicantes de Blade Runner, los protagonistas de la serie Los Soprano, la niña de La lista de Schindler, los Sims, facebook y de paso la entera blogosfera... Estas son las más granadas pero la lista es larga, no tendría por qué acabar aquí: Carrión ha tejido un laberinto de referencias y guiños cinematográficos, televisivos, así como de jerga internetera y 2.0, consciente de que el cupo de lectores que podría acceder a semejante dosis de bombardeo de cripticista posmodernismo —lo de post-posmodernismo también se ha oído— es muy pequeño. De ahí que, muy hábil, inteligentemente, aderece y culmine su texto ficcional y del todo hermético con sendos manuales de intrucciones de carácter ensayístico, esclarecedores. De esta forma, Los muertos contiene a la vez el veneno y su antídoto; al tiempo la receta indescifrable del médico y el prospecto impreso del medicamento, incluidas su posología, contrindicaciones y posibles efectos adversos.
Todos los manuales dicen que hay que escribir para el máximo número de ojos, no abusar del sobreentendido, y lo primero que hace Carrión es pasarse la directiva por donde yo me sé, dejando al margen, consciente, voluntariamente, a un buen montón de almas no iniciadas en el intelectualismo del primerísimo siglo 21, conque "desactualizados", abstenerse... ¿Pero acaso no es ése uno de los caballos de batalla de la autodenominada narrativa mutante? ¿Derribar anquilosamientos y ampliar márgenes, cartógrafos de una narrativa outsider, de la otra linde de la convención? ¿Descubrir nuevos horizontes narrativos aún vírgenes, intransitados? Por ahí todo conforme, todo conseguido. También dejo aquí mi aplauso, por si sirve de algo.
Cosa distinta es que como fenómeno literario y novelesco, como libro que leer o ficción que echarse al buche del matar el tiempo con otra cosa distinta del tedio, por un entendernos, el invento funcione. Yo creo que no, no al menos en lo que a mí concierne, o no al menos en este caso, pero el cielo está para los intrépidos, y ahí la azaña, si lo es.
En última instancia, Los muertos se me antoja mejor como metáfora que como encrucijada hacia nuevas formas de narratividad. Los Muertos de la novela son —somos— los muertos de la cibervía. Adictos a las redes sociales de toda índole y catadura, a la vida en la red, discutimos con vehemencia sobre la última de Tarantino en los ciberforos para luego no mirarnos ni a la cara allá fuera, en la calle, cada cual inmerso en su particular sintonía MP3, mientras somos o intentamos ser en lo virtual todos aquellos que no podimos ser en lo real.Dejando intelectualismos y pedancias pop a un lado, si el interrogante subyacente al Los Ángeles 2019 de Ridley Scott fue qué nos hace ser humanos, tal vez la pregunta que subyace a los muertos de Carrión sea qué nos está quitando de serlo. Sólo tal vez...