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Los niños del polvo negro.

Publicado el 16 agosto 2010 por Estudiasocial

“Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.”

Con estas palabras de Eduardo Galeano abro la sección “La utopía me hace caminar“. Un rincón dedicado a duras realidades pero también un espacio de esperanza por un mundo más habitable.
Hoy los niños del polvo negro.

Los niños del polvo negro. ¿Quién dice que la esclavitud ha sido abolida?. La esclavitud no ha cambiado de nombre. Sigue estando presente y apena es noticia en los grandes medios de comunicación. No sólo no ha sido erradicada sino que sigue sumándose a un enorme conjunto de prácticas que afectan a la vida y a la salud de cientos de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Los invisibles, los nadie. Ahora los grandes organismos internacionales lo trantan de “crimen contra la humanidad“, porque consiste en haber negado a una persona la cualidad propia de ser humano. Y este nuevo concepto de la esclavitud no evita conocer la realidad de “Los niños del polvo negro. Reciclando pilas en Dacca, Bangladesh“. Durante 14 horas al día machacan viejas baterías con el ladrillo de Shinwari para extraer la varilla de carbono, limpiarlas y reciclarlas. El polvo negro de carbono desprendido lo invade absolutamente todo y provoca multitud de infecciones por inhalación en los niños que juegan en torno al taller. Algunos tienen vetas de sangre constantemente brotando por la nariz. Logran 6 Takas (10 céntimos de euro) por cada 1.000 varillas que limpian cada jornada.
Fotografías de Shehzad Noorani.

Los niños del polvo negro.

Los niños del polvo negro.

Los niños del polvo negro.

  Hay cientos de pequeñas factorías y familias enteras dedicadas a la extracción del carbono y pequeñas piezas de metal (zinc) en Dacca, capital de Bangladesh. Una vez separados y limpiados en el río Buriganga, los materiales son enviados a las fábricas para fabricar nuevas baterías y el metal a fundición para artesanía. Los desechos y las montañas de carbón se depositan en la ribera del Buriganga para ganar terreno al río y disponer de más espacio de trabajo.

Los niños del polvo negro.

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