Los asesinos seguían buscando incansablemente a esos niños tan escurridizos. Se asomaban tras cada arbusto, árbol y roca. La paciencia se les agotaba, pero las ganas de estrangular a los críos les motivaba lo suficiente para no cesar en su empeño.
- Nos ha tocado ser asesinos.-dijo Jerry algo jadeante- ¿Por qué nos toca también buscar a esos pequeñajos de mierda?
- Pues porque la vida es como una caja de bombones, Jerry. Nunca sabes cual te va a tocar. A nosotros nos ha tocado uno de sabor amargo, sin sabor a chocolate.-Le contestó Rock con desgana.
- ¡Anda! ¡Qué casualidad! Eso es lo mismo que dice Forrest Gump.-Se detuvo para reír- Tenía al gran Tom Hanks delante de mis narices todo este tiempo y no me había dado ni cuenta.-Esto lo contaba de una forma exageradamente entusiasmada y que a Rock, le sacaba de sus casillas. La paciencia la perdía por triplicado.
- ¡No soy Tom Hanks!- Le gritó a su tonto compañero esbirro. Jerry le miró con desilusión. La misma cara de un niño que acaba de averiguar quienes eran los verdaderos Reyes Magos, Santa Claus, hadas de los dientes o el ratoncito Pérez.
- Entonces…¿quién eres?- Parecía que iba a llorar de un momento a otro.
- ¡Ja!¡Soy Pavarotti! ¿No te jode?-contestó Rock bastante ofuscado- ¿Te parece bien?
- Si. claro. A mi me encanta la ópera. Es que alucino con la ópera. Canto con la ópera, corro con la ópera, mato con la ópera,…
- ¡Follas con la ópera y te masturbas con ella!- gritó Rock. Jerry cambió su semblante de contento a impresionado.
- ¿Cómo lo has sabido?- preguntó este.
- ¡Basta! ¡Ya basta!- explotó Rock, dándose un palmetazo en toda la cara a si mismo- Estoy harto de tí y de tus idioteces. Si no te pones firme; te juro que te reviento los sesos como a ese niño.
Jerry se lo quedó mirando durante un instante. Estupefacto, tragó saliva,agachó la cabeza y siguió a su jefe, que prosiguió su marcha. El no quería morir. Eso no entraba en el plan de la orden, pero sabía que Rock era capaz de hacer cosas terribles y no dudó de sus palabras.
PERDIDOS
Dentro de la cueva hacía frío, pero tras una charla, los chicos quedaron atrapados por una larga siesta de unas cinco horas. Dato aproximado,pues sus relojes se habían estropeado durante sus inmersiones acuáticas.
Bob despertó de pronto, observando sus alrededores. Vió la cascada, rocas húmedas, mucha agua, rayos del sol que caían sobre las rocas,…
- ¿Rayos de sol que caen sobre las rocas?- se preguntó Bob. Sara se despertó al oirlo.
-¿Qué pasa, Bobby?-preguntó, mientras se estiraba para desperezarse del sueño. Su hermano no debió escucharla, pues este seguía con sus divagaciones en voz alta. Ella se quedó observándole.
- Quizás sea una grieta…no puede ser. Encima está el río. A lo mejor, la grieta está a un lado y existe otra salida…
- ¿De qué estás hablando?-insistió Sara para llamar su atención. Le preocupaba que a su hermano, se le fuera la cabeza. Bob si la oyó esta vez y la miró.
-¿Te he despertado? Lo siento.- contestó el niño aún ensimismado en dirección a aquel haz de luz.
- Estás realmente embobado. ¿Qué estás mirando tanto con esa cara de tonto?
- Mira esa luz.-le señaló- ¿No tienes curiosidad por saber de donde procede? No sé…es rara.- Sara se fijó un poco más en ella.
- Es verdad. Si que es extraña, No tengo ni idea de dónde puede venir. Mejor déjalo, que seguro no es nada imp…
- ¡Que no es nada!- gritó Bob desesperado-¡Estamos debajo de un río , en una cueva, al lado de una cascada,…! ¿Y dices que no es nada? A veces pareces una inútil, Sara.
La manera que tuvo de vocear a su hermana, hizo que Cristian y Jim despertaran de sopetón. Kelly seguía acurrucada junto a Joe y este la protegía con su brazo, rodeando su cintura.
-¿Qué pasa?¿A que vienen esas voces?- preguntó Cris.
- Que Bob se está volviendo majareta.- contestó Sara.
- ¿Y donde está tu hermano?
- Aquí, a mi la…do.-Pues no, no estaba ahí- ¿Bobby? ¡Bobby!
- ¡Estoy aquí, loca!- Se encontraba nadando en el agua,a unos metros de ella, acercándose hacia el origen de aquel extraño haz de luz.
- ¡Qué susto me has dado!
- Mira que eres coñazo cuando te lo propones, Sara.-le replicó su hermano desde el agua.
- Tu hermana no es un coñazo.-intervino Cris- Sólo se preocupa por tí.
Jimmy les miraba y por sus gestos, parecía comprender la situación.
- Ya claro.-le contestó Bob.- Pero es que yo le había dicho que quería ver de dónde viene esa luz y ahora se pone a gritar como un histérica.
- Espera un momento.- dijo Cris levantando la vista hacia el frente. Sus ojos se iluminaron- ¿Una luz? Tengo que llamar a Joe, puede que sea una salida para poder escapar.
- Genial.-dijo Bob- Ahora hazte pasar por el héroe de la función.- Su hermana no se pudo mantener callada.
- No se trata de ser un héroe. Se trata de huir de esos asesinos que nos persiguen.De escapar de la muerte.
- Quizás tengamos suerte.-replicó Cris. Bob se le quedó mirando, empezando a tiritar de frío y dijo:
- ¡Anda! Pues eso rima…muerte…suerte…
- Menos rollos y vamos a comprobar lo que hay ahí.- intervino Sara.- ¿Vale, Jim?
Jimmy hizo un gesto afirmativo con el pulgar hacia arriba y una sonrisa. La noche los había alcanzado y se podían escuchar los aullidos de los lobos, así que no se trataba de ninguna luz solar que penetrara en aquella cueva.Se metieron todos en el agua, siguiendo a Bob. Conforme se acercaban, su curiosidad aumentaba cada vez más.
La luz seguía reflejando en sus rostros y cuando alcanzaron a ver por el hueco, su sorpresa fue mayúscula. No pudieron dar crédito a lo que sus ojos vieron.
- ¡Wow!- exclamó Bobby, que fue el primero en verlo.
- Es increíble.-consiguió decir Cris.
- Pero cierto.- dijo Sara. Jim estaba flipando.
Ninguno podía cerrar sus ojos, a pesar de que la luz seguía resplandeciendo sobre sus caras. Los cuatro quedaron boquiabiertos.
- ¡Oro! ¡Es oro!- gritó Cris
- Ya no tendré que volver a coger prestadas las joyas de mi madre.-divagó Sara.
- ¡Dios mío! ¡Santo cielo!- exclamó Bobby- ¡Kelly! ¡Joe! ¡Tenéis que ver esto!
Kelly dio un respingo del susto, apartando así el brazo de Joe que la envolvía, despertando a este también.Miraron hacia todos lados sin conseguir divisarlos.
- ¿Dónde estáis?- preguntó Joe.
- ¡Aquí!- contestó Sara con una emoción absoluta.
- ¿Y dónde es “aquí”?- preguntó Kelly.
- Meteos en el agua y seguid la luz.- contestó Cristian.
- ¡Hay oro!- gritó Bobby.
- ¿Oro?- se preguntó Kelly mirando escepticismo a Joe, pero este se levantó asiéndola del brazo y lanzándose al agua en pos de los demás chicos. La pequeña corriente no les permitía ir tan rápido como deseaban, pero cuando por fin llegaron, quedaron de piedra. Kelly subió hacia el hueco donde Bob y los otros ya se encontraban. Se asomó y su sonrisa ilusionada, desapareció al instante.
- Esto no es oro.-dijo ella.
- ¿Cómo que no es oro?-preguntó Sara.- ¿Entonces que es esto que tanto brilla?
- No estoy segura, pero puede ser algún poder sobrenatural.- respondió kelly.
- Si, claro.- replicó Bob, que se había internado un poco más- ¿Es que hay magos por aquí?- Kelly llegó junto a Bob y quedó perpleja. No podía ni pestañear.
- No digas tonterías.-le regañó su hermana.
- ¿Y por qué no?-preguntó Kelly.
- ¿Cómo has dicho?-preguntó Joe a su espalda con cierta preocupación.
- Digo que porqué no puede haber magos.
- Venid y mird esto. No os lo podréis creer.- dijo Bob.
Sara y los demás se acercaron a ellos. Creyeron haberse vuelto locos, pero vieron a un hombre de espaldas, que sostenía una varita dorada en la mano derecha y delante de este un caldero enorme que proyectaba aquel resplandor que les había atraído.
- Es fantástico.-dijo Cris. A Jim se le abrieron los ojos como platos al igual que al resto.
- Calla, Cris. Nos puede oír.- decía Sara con voz temblorosa y ya no solo por el frío de la humedad.
- Os estaba esperando.- dijo la voz de aquel hombre sin darse siquiera la vuelta.- No tengáis miedo, pues no me como a nadie.
Por un momento, se quedaron quietos contemplando al hombre. Tenía el pelo blanco, una barba bastante larga, llevaba unas gafas de lectura, iba aseado y vestido con unos ropajes que parecían muy antiguos. Sin duda alguna, se trataba de un hombre de…
- ¡Cien años!- exclamó Bob.
No era eso exactamente lo que quería decir, pero más o menos se acerca. Era un hombre…
- ¡Cascarrabias!- volvió a gritar Bob. El hombre se volvió hacia ellos sin pronunciar palabra alguna.
- ¿Cómo vas a saber eso, Bob?-le interrumpió Cris.-Si no le conoces.
¡Callaos ya! El que cuenta aquí la historia soy yo. Era un hombre de avanzada edad. Una poco común, pero a pesar de ello, se encontraba dotado de buena salud y un rostro sereno, simpático y agradable.
- Acercaos.- Volvió a insistir el hombre. Bob y Kelly obedecieron algo indecisos.- ¿Cómo os llamáis, valientes?
- Emmm, yo soy Kelly…él se llama Bob.- El pequeño no pudo salir de su asombro y sólo lo miraba fijamente.
- Este niño parece muy interesado.-y entonces aquel hombre se puso a reír estruendosamente. Bob no supo porqué, pero sus escasos vellos se le erizaron de pronto.
- Sí, creo que sí. Parece que tiene usted un buen sentido del humor.-le dijo Kelly.-¿Cuál es su nombre?
- Mi nombre es un poco raro.
- No importa. Dígamelo, por favor.
El hombre la observó un instante sin dejar de sonreír, deslizó sus gafas hasta la punta de su nariz y dijo:
- Es usted una muchacha muy guapa. ¿Lo sabía?
- No, no lo sabía.-contestó Kelly.El rubor de sus mejillas delató que aquel comentario le pilló desprevenida.- Gracias, supongo.
Joe la miró extrañado, claro. El siempre le decía que era muy guapa. Su hermano Jim, sonrió al verlo celoso.
- Deja de reírte, Jimmy. No tiene gracia.-le recriminó a su hermano.
- Pero, ¿cómo se llama?-insistió Cristian. El anciano le miró.
-¡Oh! Un joven entrometido. ¿Cómo te llamas?- No dejó de sonreír ni un momento con su mirada esmeralda, llena de sabiduría y algo más.
- Me llamo igual que usted.- contestó Cristian de manera convincente. El hombre se sorprendió.
- ¿Cómo sabías mi nombre? ¿Realmente te llamas Querek?- preguntó este.
- No. Me llamo Cristian y me parece que acabo de engañarle para saber su nombre.- contestó el muchacho bastante satisfecho por su astucia. Los demás no conseguían salir de su ensimismamiento, hasta que el hombre le replicó:
- Yo ya sabía vuestros nombres. Aquél se llama Joe. Ese, Jim y la niña, Sara.
- ¿Cómo podías conocer nuestros nombres?- preguntó Sara, que fue a la última que señaló con la varita.
- Hija; en mi profesión de mago, no estoy en las nubes, ¿sabes? Además dedico mi tiempo libre a realizar pociones mágicas y descubrir nuevas personas. Por cierto, lo siento.
- ¿El qué?- preguntó Joe- ¿Qué es lo que sientes?
- La muerte de Edgar. Vuestro amigo.-Todos quedaron perplejos observando a Querek. Cristian se estaba mosqueando ya un poquito y estalló.
- ¿Y qué más sabe hacer? ¿Cuándo no es su “tiempo libre”?
- La primera respuesta a la primera pregunta es que son muchas, pero lo que mejor se me da es hacer pasar los días. Y la respuesta a tu segunda pregunta es…- Jim miró a su hermano, se puso el dedo índice en la sien y lo comenzó a mover en círculos. Joe asintió-…¿Habéis terminado?- preguntó Querek de repente.
- Sí.- contestó Joe.
- Gracias. La respuesta a la segunda pregunta es difícil, pero fácil de responder. Mi tiempo libre es cuando hago lo que quiero y mi no tiempo libre, es cuando hago lo que pone en este libro.
Kelly miró a Bob y le susurró al oído.
- Está loco. Tenemos que irnos.
- Y para demostrar que no estoy loco y que digo verdad, he hecho que pasen dos días como segundos.-dijo Querek.
-¿Qué?- exclamó Joe.
- ¿Que llevamos dos días en la cueva?-preguntó Cris algo agitado.- Imposible.
- Exacto.- contestó Querek- Dos días. Ahora, si no les importa, salgan de aquí, porque los asesinos no tardarán en encontrarles y no quiero que me ensucien mi espacio con sus lindezas internas.
-¿Ahora que hacemos?- preguntó Sara, atacada de los nervios.
- ¡Larguémonos de aquí!- gritó Joe.
Corrieron todos hacia la cueva anterior por donde vinieron, dejando el eco de la risa de Querek atrás. Saltaron al agua, pero algo extraño sucedió. La corriente era mucho más fuerte que antes y encima, en dirección contraria a la cascada. Joe y Kelly consiguieron agarrarse a tiempo a uno de los salientes de la pared cavernosa.
-¡Socorro! ¡Ayuda!- gritaba Sara, antes de ser succionada, como el resto, a través de una cavidad al interior de la cueva.
Joe y Kelly dejaron de escuchar los gritos de sus pequeños amigos.
- ¿Y ahora qué?- sollozó Kelly.
Esta obtuvo el silencio por respuesta, pero el la miró, la abrazó con una mano y ella comprendió. Se agarró fuerte a el y Joe se soltó. Ambos fueron arrastrados por aquella repentina y extraña corriente y fueron engullidos por la oscuridad.