Revista Literatura

Los no lectores militantes

Publicado el 06 febrero 2015 por Xabelg

Los no lectores militantes
Como? Que es lo que balbuceas, que no lees libros? De ningún género, ni ensayo ni ficción? Nada impreso en más de cuatro páginas? Una muy valiente decisión, la de ser un trozo de carne con ojos.
Estás hablando, o lo que tu crees que es hablar, consigo oír tu voz, pero no entiendo muy bien ese sublenguaje que usas, una especie de castellano degradado. Es un misterio para mi. Dices no necesitar los libros. Pareces tenerles incluso cierta inquina, como si algún libro hubiera copulado contigo y después no te llamara para quedar, o como si algún libro te hubiese atracado a punta de pistola y se hubiera llevado todo lo que llevas encima.
Estas, entre otras, son las cosas que apetece decirle a alguno de esos personajes que dicen que no les gusta leer, una de las más acéfalas decisiones que un presunto ser humano puede tomar. Y afirma públicamente tal cosa no parece avergonzarles en absoluto llegando a enorgullecerse y presumir de su grave carencia, algo que quizá en su granja es lo normal.
Pero de esa decisión vienen postreras lamentaciones, lo vacía que está su vida, falta de opciones sociales, culturales, e incluso laborales de muchos de ellos, esa autoimpuesta limitación mental tiene su precio, la ignorancia no sólo no da la felicidad, si no que impide ver las vías que pueden conducir a ella. Desafortunadamente para mi, he sido testigo de primera línea de las consecuencias de esa decisión en alguna que otra persona, presenciando bochornosas escenas en las que no sabían desenvolverse a causa de su deficiente expresión lingüística, siendo incapaces de mantener una conversación a un nivel mayor que el de un niño de diez años.
He comprobado, con cierta tristeza, que la mayoría de esas personas rechazan todos los intentos de ayuda, aferrándose a ese agujero negro del que no quieren soltarse para dar pasos hacia la propia evolución mental. No hay modo de convencerles ni de inyectarles la cultura que ellos mismos han ido rechazando. Es un apocalíptico espectáculo, un irracionalismo como el de hace siglos.
Después de innumerables intentos y rechazos, solo queda pues, verlos retorcerse en el fango en el que se revuelcan una y otra vez, en un empeño de adoptar un rol cercano al de los animales, aquellos que yo conocí. Quizá tenga que dejar de intentar provocar una evolución que no ocurrirá, y considerarlos como mascotas o quizá finalmente, en algún momento de su vida, se hagan conscientes de su problema y tomen medidas para solventarlos.

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