Imagen: Blog Hannibal ad portas
Cual niño cansado de jugar con los mismos cacharros, una vez pasada la novedad, resulta que nuestro presidente se hartó también del Palacio de Gobierno. Ya no bastan, el avioncito francés de 38 millones de dólares ni el satélite de 300 millones que encargó a los chinos -sabemos que países vecinos han comprado tales juguetes tecnológicos por la mitad o menos de ese precio-, para sacar del aburrimiento al primer mandatario que se siente preso en la casa de gobierno. "Cuando llegué, el palacio (enero de 2006) parecía muy grande para mi, por supuesto no estaba acostumbrado, pero va pasando el tiempo y quedó muy pequeño" dijo compungido ante la televisión.Si bien, el gobernante se justifica diciendo que las instalaciones actuales no dan abasto y que se gasta miles de dólares anuales en alquileres para los distintos organismos del estado, pero se olvida decir que su administración tiene más ministerios y por ende, más burócratas que los gobiernos anteriores a los que siempre tildó de derrochadores e insensibles. Resulta curioso que, ninguno de los gobernantes precedentes se haya quejado de lo chico que era el Palacio Quemado. Cuestiones técnicas aparte, que mas bien son un pretexto, cualquiera podría deducir que hay una imperiosa intención ególatra y política, luego de leer estas declaraciones: "El palacio que tenemos está lleno de imágenes de Europa...que representan al estado colonial y hemos pensado que se quede como museo...entonces hay que construir un nuevo palacio que sea para el Estado Plurinacional” (LosTiempos.com).De hecho, ya se dio el primer paso con la compra de un terreno que costó medio millón de dólares. Asimismo Morales, convocó a los arquitectos del país para que presenten propuestas para la “Casa Grande del Pueblo”, que según dicen, reflejará el Proceso de Cambio, a través de diseños acordes a la cultura y tradiciones originarias. Nadie sabe cuánto costará la nueva edificación, pues las autoridades se cuidan de dar los datos presupuestarios. No hace falta ser un adivino para aventurar que se pretende construir una obra elefantiásica, hay demasiados ejemplos alrededor del mundo (especialmente en las naciones más pobres) que dan testimonio de los delirios de grandeza de aquellos gobiernos que se dicen transformadores e iniciadores de nuevos mitos fundacionales. Un dato me basta para temer lo que temo. Hace un par de meses, se anunció la construcción de un museo presidencial en el pueblo de Orinoca, que yo inocentemente creí que iba a ser financiado por simpatizantes extranjeros o gobiernos amigos de Morales, pero no, el Tesoro General de la Nación correrá con los gastos. "Los planos y estudios ya están aprobados. Tenemos el financiamiento de cinco millones de dólares. Ya no será el Museo de Evo Morales sino de la Revolución Democrática y Cultural", dijo Evo, a través del canal estatal de televisión. Un simple museo para idolatrar la figura de un presidente costará tanto dinero a todos los bolivianos. Ningún mandatario se ha construido tal cosa de sí mismo, ni en su mayor delirio de divinidad. Si existe algún museo de un gobernante, a lo sumo se reduce a su casa particular y a veces hasta en ruinas. Ni el mismo Che Guevara, -cuyo lema “Patria o muerte” fue instaurado como grito del estado plurinacional, hasta del mismo ejército que le combatió- no tiene nada parecido a un museo en la localidad de La Higuera, donde fue ejecutado. ¿Acaso Mandela, Rigoberta Menchú o cualquier otro personaje de luchas sociales tienen un museo? ¿esa es la mejor manera de homenajear de Morales a su pueblo natal? ¿no era más realista y útil, invertir ese dinero para darles una mejor vida a sus paisanos, como el apoyo a proyectos ganaderos o agrícolas? ¿de qué va a servir un mamotreto de hormigón, en un pueblo pobre y perdido en la infinitud de la pampa altiplánica?Si este fuera un país de primera línea o en vías de desarrollo, nadie se rasgaría las vestiduras, pero en esta pasmosa realidad donde cada dólar cuenta, donde existen compatriotas que viven hace meses y hasta años en tiendas de campaña por las inundaciones y deslizamientos que se llevan sus sacrificios y sueños de una vida mejor; todos estos anuncios a bombo y platillo, no hacen más que evidenciar que nuestros gobernantes no viven la realidad, a pesar de haber salido de las entrañas del pueblo humilde como orgullosamente se consideran. No tenemos ni un solo helicóptero de transporte que en casos de inundaciones son vitales; ni un solo avión cisterna contra incendios forestales, que nos azotan todos los años; no tenemos suficientes escuelas, ni dinero suficiente para dignificar a nuestra Policía, que frecuentemente se niega a acudir ante una denuncia porque no tiene gasolina para sus vehículos, no tenemos esto y aquello… y nuestro presidente sueña y sueña con su nuevo palacio.