Revista Literatura

Los ochenta fueron nuestros

Publicado el 29 octubre 2012 por Gasolinero

El sábado en la noche, ya cobré y mi dinero ya me lo gané, decía un roquero argentino. Quiero decir, el sábado por la noche pusieron en ese canal de televisión que todos vemos según las encuestas, un documental sobre “La movida”.

Aparecían señores y alguna señora de mediana edad, de mi edad, relatando aquellos años de efervescencia. Alguno ya desgraciadamente fallecido desde la grabación de la película. Contaban como se gestó aquello, como desde el amateurismo les sorprendió el éxito, prácticamente sin buscarlo. Había una señora, la musa de aquellos años, que ahora aparece en un reallity con su pareja, el siguiente premio nobel de física a la sazón, que con mucho juego de manos y grandes y pretenciosas palabras explicaba aquel tiempo, comparándolo erudítamente con celebridades extranjeras.

Paradójicamente, el candidato por la Falange en unas elecciones generales y que tituló un disco del grupo del que era líder como “Fe Jones”, afirmaba que mientras Tejero estaba en el Congreso, pensaba que aquello (la movida, la libertad, la locura de aquellos años) se iría por el desagüe si la asonada de aquel bigotudo triunfaba. Con barba blanca, pero con la mismas gafas redondas e idéntico desaliño indumentario. Eran años de confusión.Los ochenta fueron nuestros

Uno, agreste de suyo, se mantenía informado por la radio. La creación de Radio 3 fue la ventana que  nos mostraba a los de la estepa aquel florecimiento capitalino. Desde 1978 en que apareció pasamos de los entonces dinosaurios del rock, Burning, Asfalto, Leño, Topo, Moris, Miguel Ríos a Kaka de Luxe, Radio Futura, Paraiso, Los Secretos, Mamá, etcétera.

El primer concierto, o lo que fuese, al que asistí fueron Los Secretos, en una discoteca de verano, sobre un vidrio mojado escribí tu nombre, etcétera. Luego, tan solo treinta años después, volvimos a repetirlo. Fue mucho mejor, a pesar de los que faltaron.

Al año siguiente, hubo un festival en el campo de fútbol con tres grupos importantísimos: Alaska, Radio Futura y Nacha Pop. Solo recuerdo la espera para entrar en la calle. La cazadora minada de chapas, casi todas compradas en los puestos de Portobello, de un famoso y cosmopolita joven, en aquellos años; ganador de un concurso televisivo presentado por Carlos Tena, creo, poco después. La gente del paseo: mucha gente, cada vez más, muchísima más y aumentando la velocidad de sus movimientos por segundos, rápidamente y como en el cine mudo. Curiosamente no recuerdo nada del concierto. Eran años de confusión, como digo.

Uno soñaba con tener un grupo musical  y poder formar parte de aquello. Con ser una rock and roll star, que tuviese alguien a su lado que lo recogiera al caer, y eso. Pero había que trabajar… y estudiar por las noches para poder salir de pobres. No obstante no cejábamos  en el empeño, al menos. Una noche, al salir del instituto, regresaba con un madrileño profesor con el que coincidía el camino de vuelta a casa.

Durante nuestra marcha le fui confesando mis anhelos, como me gustaría estar en el ojo del huracan de la movida, tocar en un grupo, vivir en Madrid e ir a Rock-Ola.

—En Rock-Ola, con la pinta de contable pluriempleado que tienes, no te van a dejar entrar. Seguro.

Y poco a poco y desde aquella noche mis gustos musicales se fueron decantando hacia Laurie Anderson, la incipiente New Age y los clásicos. Mucho menos exigentes con la estética.


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