Esta tarde, regresando de la tienda, apenas entré a la casa, vi a B rayando el piso de la cocina con un lápiz. Había un gran tiradero, además.
La niña intentó hacerse la graciosa. El padre y yo tuvimos un momento tenso con la niña en medio. Yo pasé la tarde de ayer ordenando y medio limpiando, así que encontrar el desastre me pareció desolador. Me puse a recoger y me negué a hablar con B, que me ofrecía comida de juguete. "No quiero jugar y no quiero contestarte. Estoy triste porque no recoges tus juguetes".
Al rato, cenamos y las cosas volvieron a la normalidad. Luego, B se cayó de una silla. Yo la consolaba y ella volteó los papeles:
- Tú te caíste y te pegaste -dijo.
- Me caí y me pegué -continué.
- ¿Lloraste?
- Sí, porque me dolió. Y además mi mamá había estado diciendo cosas que no entiendo y se enojó y no quería hablar.
- ¿Por qué no quería hablar?
- Porque los adultos tienen muchas cosas en la cabeza.
- ¿Qué tienen en la cabeza?
["Pensamientos", intervino su papá.]
- Pájaros, hija. Decía mi abuelita: "tienes pájaros en la cabeza".
- Pero si los pájaros son muy bonitos.
La estreché.
Silvia Parque