Los recientes experimentos de la neuropsicología cognitiva están demostrando que nuestro córtex prefrontal (cerebro racional) tan sólo tiene capacidad para tratar un máximo de 9 variables distintas a la vez, mientras que nuestro cerebro emocional (sistema límbico) es capaz de percibir y procesar cientos de estímulos sensoriales inconscientes. Por eso nuestra corteza prefrontal está continuamente interrogando a nuestras emociones para tomar decisiones correctas. En cuanto a prestaciones, desde mi punto de vista, nuestro cerebro emocional es como un ipad mientras que nuestro cerebro racional es una vieja calculadora de bolsillo.
Conviene no olvidar que nuestra sabiduría emocional se basa en una “memoria de aprendizaje” fabricada con las soluciones dadas en el pasado a situaciones parecidas. De esta manera cuando nos enfrentamos a situaciones emocionales nuevas o discordantes que amenazan nuestro círculo de confort, nuestro sistema emocional no encuentra soluciones en su base de datos y nos pone todo tipo de barreras para evitar que reflexionemos.
Los últimos experimentos en terapia cognitivo-conductual demuestran que los sujetos que mejores decisiones toman son aquellos que aprenden a reconocer los pensamientos y emociones “inadaptadas”. Los “pensamientos inadaptados” son esas conversaciones mentales que nos resultan molestas discordantes y que nos empeñamos en apartar para que no nos causen autoreflexión. Sin embargo, reflexionar sobre estos procesos discordantes de pensamiento nos puede enseñar a pensar y decidir mejor. Diferentes estudios realizados en el MIT han demostrado que las decisiones fáciles (comprar una mermelada barata) deben ser tomadas de forma racional y reflexiva para obtener el mejor producto al mejor precio, pero que las decisiones difíciles (un sofá de piel, un piso, un coche) es mejor tomarlas de forma emocional…para no acabar con un sofá feísimo en el piso equivocado…
El emprendimiento es un claro ejemplo de pensamiento discordante porque es una forma de desempeño personal que no forma parte de nuestros “pensamientos y convicciones arraigadas”. Cuando los pensamientos de emprendimiento surgen en nuestro cerebro se encuentran con que no hay una “memoria de trabajo” que nos permita “acomodarlos” para que no nos incordien.
Es bueno que empecemos a tratar a nuestros pensamientos discordantes como llaves que abren puertas al emprendimiento personal. Escuchar nuestras conversaciones mentales y procurar la adecuada gestión de nuestro sistema emocional nos permitirá acceder a las oportunidades personales y profesionales del emprendimiento.
Esto es precisamente lo que ofrece Motivia: un completo programa de acompañamiento a emprendedores (PAE) con una adecuada gestión emocional que nos permitirá optimizar nuestros hemisferios cerebrales, haciendo del emprendimiento un acto emocional equilibrado.