Cuando me acerqué al Tarot, a mediados de los noventa, debo confesar que me limité a admirar las cartas de los arcanos mayores solamente. Esto fue porque la primera baraja que cayó a mi poder fue un Tarot de Marcella, la cual se caracteriza por imágenes humanas y arquetípicas en sus primeras veinte y dos cartas, el resto, se parecían mucho a las cartas de juego de mesa que estamos acostumbrados.
Las figuras del Tarot de Marcella son de un aspecto medieval, usan ropajes antiguos y se rodean de castillos o tronos. Me dediqué en exclusiva a estudiar los arcanos mayores, dejando de lado a aquellos reyes, reinas, caballeros y pajecillos que habitan en los reinos de los arcanos menores. Eran para mí como los personajes de las cartas de juego. No les presté suficiente atención. En ese entonces no había acceso a internet, tuve que conformarme con la biblioteca de mi papá, que a pesar de tener muchos libros esotéricos, había poca información en ellos sobre el Tarot.
Fue recientemente que conseguí mi mazo Rider Waite, el cual lo descargué de la red y lo imprimí en casa, formando así mi baraja física con la cual estudiar los arcanos menores, los cuales complementan la sabiduría que se halla en los arquetipos típicos de los arcanos mayores. Estos arcanos menores, más mundanos, muestran escenas cotidianas con las cuales aún en nuestros tiempos es posible identificarse. Su estudio enriquece las lecturas pues matizan las situaciones dando detalles muy certeros cuando preguntamos orientación a las cartas.
Me complace en compartir los resultados de estos estudios sobre estos personajes que simbolizan las pasiones humanas, nuestros miedos y nuestras fortalezas cuando nos hallamos en el camino de la vida.
© 2019, Pitonizza Punto Com. Licencia de uso: Atribución-SinDerivadas CC BY-ND
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