Revista Literatura

Los Portadores - Capitulo 3: "Sorpresas"

Publicado el 10 diciembre 2011 por Stefy @MiReflejoPapel
Actualmente...
La mañana había comenzado como cualquier otra.
Lucy, como de costumbre no quería salir de la cama. Su hermana, como siempre, intentaba levantara, y no lo lograba. Tuvo que ser su madre quien la levantara, creando una esfera de agua y haciendo que cayera sobre su cabeza. Lucy casi se ahogó, pero logro despabilarse y salió de la cama a regañadientes.
Quince minutos más tarde, ambas se dirigían a trote al colegio, ya que se habían atrasado por culpa de Lucy.
El edificio que conformaba el colegio era sencillo y aburrido. Pintado de blanco y azul pálido, se alzaban dos pisos, con numerosas ventanas medianas y rejas. Bienvenidos a la cárcel. Estén preparados para todo tipo de torturas  y clases tediosas, solía pensar Lucy cada día al llegar.
Las clases de siempre no variaban de la rutina. Mientra Lena se preocupaba por prestar atención, Lucy se distraía con fácilmente por cualquier tontería.
- Por favor, podrías prestar atención. - Susurró Lena a su hermana, en una ocasión, al ver que se dedicaba a jugar con su lápiz; intentando que este mantuviera el equilibrio mientras estaba acosado sobre su labio superior.
- ¿Para qué? tú prestas atención de más, por las dos. - Eso era cierto. Lena no perdía un dato de ninguna clase. Pero cuando la profesora Hewitt, de historia, le llamo la atención, Lucy dejo el lapiz de lado para fingir prestar atención. Por favor, que haya una pelea, una explosión o algo... pensaba para sus adentros. Incluso una parte desesperada de ella comenzaba a analizar si sería capaz de ser ella misma quien comience una pelea, con tal de salir de su aburrimiento. Pero se limitó quedarse en su sitio y todo siguió igual.
Por la tarde, en casa, se limitaban a ayudar a su madre en el comedor de la familia. Por lo general Lucy en la cocina, ya que se le daba bien cocinar; y Lena atendía a la gente, siempre mostrándose amable y atenta, al contrario de su hermana, quien no se mostraba muy paciente. Luego estaba Max, dedicándose a fastidiar a Lucy.
Ese día, ella estaba en la cocina, pelando verduras cuando sintió que algo escamoso se enroscaba en su tobillo muy lentamente.
Totalmente inmóvil, intentó fingir calma. No dejaría que Max lograra asustarla, otra vez. Cosa que el disfrutaba enormemente, en compañía de su Guardián, Stacy, una enorme cobra amarilla.
- Mamá - llamó son voz tranquila - ¿Podrías avisarle a Max que otra vez dejo su mascota suelta?
- Mamá no esta - anuncio Max con voz divertida, quien se encontraba a sus espaldas en aquel momento.
Lucy volteo para mirarle con indiferencia. De no ser porque su cabello era del mismo castaño oscuro casi negro y la particular forma de los ojos, que habían heredado de su padre; juraría que Max era adoptado.
- ¿Podrías pedirle a tu bicho que no me toque? la verdad es que me da asco.
- Stacy, ven cariño - La cobra se desenrosco del tobillo de la chica y se dirigió zigzagueando hacia Max -Linda chica ¿te asustó la desagradable de Lucy? No te preocupes, ya pasara el susto.
Lucy se volteó completamente y se dirigió, ofendida, a su inmaduro hermano.
- ¿Por qué no te guardas a tu repulsiva mascota y me dejas en paz?
- O sino ¿qué? -La desafió este- ¿Le dirás a tu tierno oso de peluche que me de un tierno "abrazo de Oso"? - Arrugó su rostro aparentando temor- O, aun peor, ¿Le dirás que me pida que lo aúpe? De seguro pesa una tonelada.
Ella sentía verdadero desprecio por su hermano en aquel momento; y, como si hubiera olfateado que había pelea, su madre entro en la cocina mirándolos a ambos.
- Max, hay gente que atender. Por favor, haz que Stacy regrese a tu mano y ve a echar una mano adelante.
El chico asintió y se marcho, con su Guardián ya refugiado en su mano. Eleonor se dirigió a su hija, quien volvía a su tarea.
- ¿Otra vez peleando con tu hermano?
- Dime si alguna vez en la vida hemos estado en la misma habitación, por más de cinco minuto, sin pelear.
Su madre rió por lo bajo y se ahorro su respuesta.
- ¿Qué paso ahora?
- Nada.
- ¿Y por nada estas afligida?
Lucy resopló cansada y se dirigió a su madre.
- ¿Por qué los Dioses son tan crueles?
- ¡¿Que?! - Eleonor gritó horrorizada.
- ¿Por qué son tan crueles? O al menos conmigo. No solo estoy hecha a medias sino que también tengo un Guardián que es un chiste.
- Disculpa, pero el Oso como Guardián no es ningún chiste- replico su madre indignada.
Con aquellas palabras, Lucy recordó que su madre también poseía un Oso como Guardián, y que era un verdadero y temible oso gris.
- No digo todos los osos. El tuyo si es digno de llamarse Guardián, el mio mas parece mi mascota - hizo una pausa y luego continuó, molesta- Hasta el búho de Libby Thompson se despuma de risa cuando lo ve.
En aquel momento Lena entro a la cocina, con el seño fruncido y observó la sorpresa de su madre.
- ¿Que ocurre?- preguntó curiosa.
- ¡Eso no puede ser cierto! - Eleonor hizo un gran esfuerzo por no comenzar a reír
- ¡Pero es verdad! Hasta Elisa Silver se ríe de él. La muy zorra - Aquella última frase la dijo por lo bajo, pero aun así su madre alcanzó a oírla.
- ¡Lucy! - la regaño, ya sin ninguna señal de humor.
- ¡Es cierto! ¡Es tan zorra que hasta su Guardián lo es!
Lena habíaa intentado no reír con la conversación que estaba presenciando, pero con aquello último, rompió en carcajadas. Su risa era realmente contagiosa, por lo que no tardó a sumarse también Lucy.
Eleonor miraba a una y a la otra y, tras un rato, solo puso los ojos en blanco y salió de la cocina, dejando atrás a sus dos hijas con un ataque de risa incontenible.
Una vez se hubieron calmado, regresaron a sus puestos y el día continuó normalmente. Todo transcurría con total naturalidad.
Hasta que llegó la noche.
Aquella noche, algo esperaba ser diferente. En el viento nocturno, había algo que hacía estremecer a Lucy, mientras vigilaba la noche a través de la ventana de su habitación. Tenía un mal presentimiento. Como aquel día en que ambas recibieron las marcas. Algo malo ocurrirá, pensó y meneo la cabeza como si de esa forma pudiera expulsar aquellos pensamientos de su mente.
- ¿Qué es lo que te preocupa?- Pregunto Lena.
Tan ensimismada había estado que no había oído cuando su hermana entro en la habitación. Inmediatamente, intentó bloquear sus emociones, como solía hacer siempre que estaba con Lena. O al menos lo hacía si creía que éstas podrían afectarla.
- Nada, - Rió-  sabes que nunca me preocupo por nada.
- Lucy, pude sentirlo, ya sabes que no controlo muy bien mi poder aún. Algo te tiene preocupa y lo sé.
A veces odiaba que su hermana pudiera conocerla tan bien, casi tanto como aquel poder suyo para sentir, y a veces manifestar, lo que otros sentían.
- No es nada.
- Entonces si no es nada, puedes contarme.
Lucy lo meditó brevemente y luego soltó con un suspiro cansado.
- Tengo un mal presentimiento. - dijo con voz temblorosa
Lena se mostró sorprendida y pensativa.
- ¿De qué?
- No lo sé. Simplemente es inquitante y me... me tiene un poco embobada. Pero no te preocupes, seguramente no es nada.
Ambas quedaron en silencio. Al rato, Lena tomó la palabra.
- Hoy, otra vez, ha intentado hablarme.
Como en tantas otras ocasiones, no necesitaba preguntar de quién hablaba. No eran necesarios nombre para entenderse de quien se trataba cuando hablaban de alguien. Por algún motivo, era como si sus pensamiento estuvieran sincronizados; como si fueran para un mismo lado, juntos, y llegaran a las mismas conclusiones. Eran como una sola persona. Y en esta ocasión, no podía ser diferente
-No sé que me pasa cada vez que estoy cerca de él -continuó Lena-  simplemente pierdo el control y las emociones me empiezan a atacar por todos lados. A veces siquiera logro identificar a quien pertenecen. - suspiró cansada - Entonces comienzo a retroceder y me alejo antes de enloquecer por completo. - Alzó la mirada apesadumbrada hacia su hermana- ¿Crees que algún pueda estar cerca de Toby sin perder el control?
Lucy se acercó a su Lena, quién se encontraba sentada en su cama bajo las penumbras de la habitación, y se acomodo a su lado.
- Estoy segura que si. Tal vez tome su tiempo, pero lo lograremos. Ya verás. - Sonrió con complicidad y ambas se abrazaron fuertemente.
Hasta que un horrible gruñido, proveniente de las calles, hizo vibrar por completo la habitación.
Y a continuación, estalló un caos que inundo sus oídos, obligandolas a cubrirlos para protegerlos de algún daño. Ambas tuvieron el impulso de correr junto a sus padres, al comedor, que se hallaba a cuatro calles de su hogar.
Al salir de la casa, la noche las sorprendió con un pueblo rodeado de criaturas aterradoras que, salvo en los libros de clase de Cultura Antigua, jamas habían visto en su vida.
Un pensamiento cruzó por la mente de Lucy: Yo y mis malditos presentimientos.

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