Revista Literatura

Los Portadores - Capitulo 4 "Amenazas"

Publicado el 19 diciembre 2011 por Stefy @MiReflejoPapel
Lucy maldijo al ver el caos en las calles.
La poca gente que se encontraba fuera de sus casas, hacia todo lo posible por refugiarse en ellas. Pero las monstruosas criaturas que los atacaban buscaban causar el mayor daño. Y si que lo hacian bien.
Varios arboles estaban tumbados, los elementos de jardin estaban revueltos; los huertos, destrozados; y las puertas y ventanas de las casas se veían dañados a causa de golpes.
Tomando a su hermana del brazo, Lucy la arrastro hacia detrás de las malezas del jardín. Y pensar que mamá me regaño por no quitarlas, pensó internamente; mientras por otro lado intentaba idear una forma de avanzar.
- Este es el plan: cuando yo de la señal, corremos con todas nuestras fuerzas en dirección al comedor. Sin detenernos y sin mirar atrás. Si alguna no llega al comedor, la otra pedirá ayuda ni bien llegue a él. ¿De acuerdo?
Lena asintió un tanto indecisa. Lucy supo que su hermana tenia miedo de lo que pudiera pasar.
- Todo saldrá bien - intentó calmarla - Cunado yo lo giga nos echamos a correr. Pero recuerda: No mires atrás
- De acuerdo.
Tras unos segundo, Lucy dio la orden y comenzaron a correr. Lena iba a la cabeza y Lucy le cubría las espaldas; aquella habia sido su idea, ya que Lena tenia prohibido mirar atrás y así podría prometer su seguridad.
Llevaban ya recorrida una calle y media cuando unos fuertes y gigantescos brazos rodearon a Lucy, aprisionándola con una fuerza sobrenatural, impidiendo que pueda provocar un quejido o, incluso, respirar.
Lo que fuera que la habia atrapado la arrojo hacia un lado, haciéndola rodar por el césped, apartándola del camino. Cuando alzó la vista supo reconocer lo que tenia enfrente.
Si se detenía a observarlo del cuello hacia abajo, habría dicho que se trataba de un hombre extremadamente alto y musculoso. Pero si se tenia en cuenta su cabeza con enormes cuernos de toro, sabría que no se trataba de un humano. Era un minotauro, cuya piel estaba cubierta de vello oscuro y sus ojos eran dos esferas negras como la medianoche que la rodeaba. De no haber sido por la luz de las estrellas, de aquella noche sin luna, jamas lo hubiera advertido a simple vista. Ni se hubiera sentido tan horrorizada y pasmada por el miedo.
- ¡Lucy! - el grito desesperado de su hermana le devolvió el sentido, ayudándola a darse cuenta de la poca distancia que separaba a Lena del minotauro, y despertando su instinto protector.
La criatura estaba dirigiendo su atención a Lena en ese momento y aquello no pintaba bien.
- ¡Lena! ¡Corre! - Al ver a Lena aun de pie, sin haberse movido ni un milímetro, le grito exasperada - ¡Corre y pide ayuda!
Esta reaccionó finalmente y decidió retomar el camino hacia el comedor. El minotauro notó que Lena intentaba huyendo y decidió darle caza. Pero Lucy no estaba dispuesta a dejar que le hiciera daño, desesperadamente buscó algo que la ayudara a distraer a la criatura de ir tras Lena. Tanteó cerca de ella y encontró un tronco bastante pesado que alzó con decisión y arrojó a la cabeza del minotauro.
Tiro al blanco.
En aquel instante, tenia la seguridad de dos cosas: la primera, el minotauro ya no seguiría a Lena; estaba muy enfadado mirando a Lucy fijamente. Y la segunda, al ver que la furiosa criatura se dirigía a ella, era que aquello definitivamente iba a doler.
Sabia que sería inútil intentar esquivar el golpe, por lo que solo cerró los ojos y esperó el impacto.
Con el corazón desbocado por la carrera, Lena ya se encontraba a solo una calle del comedor. Sentía una pequeña señal de alivio. Que se desvaneció cuando se encontró frente a una criatura alada que había aterrizado frente a ella. Instantáneamente supo lo que era.
Durante sus clases de Cultura Antigua habia memorizado nombre y características de todas y cada una de las criaturas habidas en los libros. De todas las numerosas criaturas, aquella era la que mas le desagradaba muchísimo por su repulsiva fama de ser bebedora de sangre.
Su piel pálida y ligeramente azulada; sus ojos rojos y carentes de sensibilidad alguna; sus alas de murciélago, del mismo tono de su cuerpo; sus uñas largas, puntiagudas y filosas, que se acoplaban a la perfección con sus blancos y relucientes colmillos.
Se encontraba frente a un vampiro, o mejor dicho, una vampiresa; cuyo cabello era de un color anaranjado, y vestía escasamente con pieles y pies descalzos.
- ¿A donde creess que vass? - Dijo con voz siseante, dejando ver su lengua bífida por entre sus colmillos.
Retrocediendo lentamente unos pasos, Lena tomo impulso para luego arremeter por otro lado y seguir avanzando. Pero fue inútil, ya que la vampiresa le bloqueo el paso nuevamente.
- No hazz contesstado a mi pregunta - Le advirtió. Luego comenzó a reír.
Su risa era maliciosa y fría. Un escalofrió recorrió su espalda y erizo el vello de su nuca. Jamas habia sentido tanto miedo.
- ¿Que quieres? - Preguntó Lena. Su voz temblaba, su corazón amenazaba con salirse de su pecho, y sus piernas, con dejar de sostenerla.
La vampiresa le dirigió una hambrienta mirada de depredador.
- Sangre - Sonrió ampliamente, enseñando sus afilados y peligrosos colmillos - Tu sangre.
La criatura comenzó a avanzar hacia Lena, mientras esta retrocedía; mirando de un lado a otro en busca de cualquier cosa que la ayudara a defenderse, un arma. Pero solo la rodeaban los arboles... Arboles, ramas...
Se acerco desesperadamente al mas próximo, e intentó arrancarle una gran rama. Sin embargo, no logró siquiera colocar sus manos sobre él cuando la vampiresa la empujo contra el árbol , estampando su rostro contra él. La idea de tenerla a sus espaldas hacia que su miedo acrecentara, por lo que se volteo para enfrentarla.
Aun presa de pánico, su instinto de supervivencia reaccionó mejor de lo que creería jamás. Alzó la pierna, interponiendola entre ambas, y cuando estuvo lo suficientemente alta, la pateó en el estómago haciéndola caer hacia atrás. Volvió a voltear y arranco la rama, pero al girar y dar unos pasos para enfrentarse a la criatura, esta ya no estaba.
Se concentró todo lo posible por intentar oir algún indicio de que sería atacada, pero el silencio era lo único a su alrededor. Por un breve instante creyó que la criatura habia huido y que estaba a salvo.
Pero la vampiresa la atacó por sus espaldas, empujándola hacia delante y haciendo que perdiera el equilibrio y la rama arrancada, estrellándola contra el suelo. Sintió sus frías manos cuando la sujeto y la volteó mirando hacia arriba. Vio como lentamente se inclinaba sobre ella y supo cual era su intención. Quiere mi sangre.
Intento golpearla para apartarla mientras la angustia hacia añicos su autocontrol, pero su adversaria la sujeto por las muñecas y apartó sus manos a ambos lados de su cabeza. Esta pareció perdida durante un instante, mientras observaba las palmas de las manos de Lena. Luego la miro a los ojos con...sorpresa.
- Una Incompleta - Susurró. Y entonces volvió a adoptar una expresión amenazadora y terriblemente enfadada.
Pero, antes de que ninguna de las dos se percatara de ello, un gran lobo blanco saltó y atacó a la vampiresa. Mordiéndola profundamente en un costado, la aparto a rastras de Lena. La criatura profirió un grito de dolor.
Entre el miedo, la sorpresa y un montón de sentimientos encontrados, Lena continuó tumbada en el suelo.
- ¡Lena! ¿Estas bien? - Reconoció aquella voz tan llena de angustia como si el hecho de oírla fuera parte de su vida cotidiana. El dueño de aquella voz tan familiar, también era el Portador del lobo blanco. - Por favor, dime que estas bien - suplicaba en un susurro apenas audible.
Toby se agachó para ayudarla a incorporarse. Lena temblaba de pies a cabeza y se aferro a el para sostenerse.
- ¿Estas bien?- volvió a contestar, insistente. La observaba de arriba a bajo y no podía evitar temer por algún daño mas allá de sus sucias y destrozadas ropas.
- Creo que si.- dicto ella, aun dudando de la certeza de sus palabras.
Un sonido violento captó la atención de ambos. Wulf, el Guardián de Toby, aulló angustiado y adolorido. La vampiresa, en cambio, estaba comenzando a tomar impulso con sus alas, a penas herida.
Toby observó a Wulf tumbado de costado no muy lejos de la criatura alada, la cual ya flotaba por encima del suelo. Resignado a que no dejaría que esa cosa se saliera con la suya, concentró su energía en una de sus manos, apartándola de Lena, y creo una gran bola de fuego.
Antes de que la criatura pudiera alejarse mucho, lanzó la ardiente llamarada al costado herido de esta.
El chillido de la criatura retumbó en sus oídos, amenazando con destrozar sus tímpanos. Pero aun así, la herida vampiresa salio volando de allí, perdiéndose en la oscuridad de la noche.

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