Revista Talentos
Los puntos sobre las íes
Publicado el 10 abril 2011 por EmilienkoLes voy a confesar una extraña afición que tengo: me divierte coser carne.
No me pregunten por qué, que yo no lo tengo claro, pero supongo que será por asociación. Dar puntos suele ser el último paso de una cirugía exitosa; quizás, por eso, asocie interiormente la costura a algo que va bien.
No obstante, en mi caso, el coser es un placer que no suele suceder. Las cirugías en Otorrinolaringología raras veces necesitan puntos y cuando lo hacen es poco frecuente que sean más de cinco.
Tenía ganas de rotar por el servicio de Cirugía Plástica, dado que sabía que allí iba a dar puntos de todo tipo.
Como comprenderán por lo que les he explicado antes, una cosa es que me guste coser y otra muy diferente que lo haga bien. Aunque les parezca increíble, en la Facultad de Medicina no me enseñaron. No es algo exclusivo de mi Facultad, porque he hablado con muchos estudiantes de otros sitios de España y todos me han comentado que salieron de la carrera sin saber dar puntos.
Mi técnica es autodidacta y, por tanto, está llena de errores.
Por ejemplo, soy lento. Si nadie me ha enseñado y además no tengo muchas oportunidades de practicar, mientras que yo doy diez puntos cualquier otro residente quirúrgico ya ha dado quince. Por eso, siempre me disculpo ante el enfermero instrumentalista antes de empezar a coser. Menos mal que todos hasta este momento son muy comprensivos y se resignan a prolongar la cirugía unos minutos más con una sonrisa.
Afortunadamente, en Cirugía Plástica me están enseñando a mejorar mi método. Mismamente, hace unos días, me señalaron un error en mis puntos del que yo me venía dando cuenta desde hacía tiempo:
-Tus puntos están bien dados, pero desperdicias mucho hilo.
-¿Cómo lo hago entonces?
-Prueba tirando sólo del cabo de la aguja en lugar de tirar de los dos cabos.
Y funcionó. Y mientras que acababa de dar mis puntos no pude evitar pensar la cantidad de dinero que se habría ahorrado el sistema si alguien me hubiese enseñado a dar puntos de forma más eficiente cuando era alumno y, consecuentemente, la cantidad de dinero que se derrochará en otros muchos aspectos cuando la formación del personal es insuficiente.