Revista Literatura

Los reinos de la casualidad.

Publicado el 10 septiembre 2011 por B
Las botas no se hicieron para el verano, y tampoco para caminar, por mucho que Nancy lo cantara a todas otras. Las botas se hicieron para que se peguen a la pierna y la cremallera haga ruido al bajar. Las botas se hicieron para entrar con ellas a un bar y que un hombre las mire, y luego, si le gustan, te mire a ti.
Las botas no se hicieron para caminar y Marilyn Monroe tampoco estaba hecha para ser actriz o no estaba hecha para ser sólo una actriz. Marilyn podría haber sido escritora, la segunda mujer de un presidente, la chica de un gángster, ama de casa, o todas esas cosas a la vez, pero nunca lo supimos, y ella tampoco, por eso nos dio tanta pena su muerte.
Los héroes tampoco se hicieron para los adultos, y eso es algo que no tiene explicación. Los dioses se intentan resucitar pasados los veinte, pero nunca aparecen.
A partir de los veinte sólo aparecen casualidades, muchas, muchísimas, más de lo que la gente se cree, disfrazadas a veces de coincidencias. Las casualidades se hicieron para todos, pero al mismo tiempo para nadie, por eso no es bueno sentirse el propietario de una casualidad, porque siempre será compartida, como una hipoteca.
En realidad, uno nunca puede sentirse seguro de su profesión, de sus botas, de sus héroes, de las casualidades y de las hipotecas. No es bueno, pero tampoco es tan malo. En realidad, si lo piensas detenidamentes, no es nada.

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