Director: Peter Weir
Año: 1977
País: Australia
106 min.
Fotografía: Russell Boyd
Música: Charles Wain
Guión: Peter Weir, Tony Morphett y Petru Popescu
Reparto: Richard Chamberlain, Olivia Hamnett, David Gulpilil, Nandjiwarra Amagula, Frederick Parslow, Vivean Gray
Mesmerizante obra maestra no ya sobre el choque cultural, típico de los trabajos del espléndido y no suficientemente reconocido Peter Weir, sino directamente acerca de dos concepciones del universo y del tiempo contrapuestas. Explora la idea de ciclos de destrucción y creación que sustentan las creencias de los aborígenes australianos y su aceptación natural como ritmos inalterables -como bien se explica en la película viven dos realidades interrelacionadas: la cotidiana y la del sueño, siendo además los sueños explicados como la “una sombra de algo real”. Una idea bellamente expresada durante la cena compartida con el personaje de David Gulpilil y el brujo al que interpreta de modo impresionante por Nandjiwarra Amagula, líder tribal y pintor él mismo, en la que este se retira a las sombras justo cuando Chris explica a Chamberlain esta particular concepción que le servirá como vía de interpretación de sus propios sueños premonitorios- percibidos por el hombre blanco como impenetrables y terroríficos.
La última ola ajusta con singular precisión un complejísimo dispositivo conceptual que permite atacar el film desde una inusitada cantidad de ángulos (aquí se puede leer una estupenda disección) que acogen por igual esa antropología fascinante, la denuncia de la deriva de las tribus aborígenes y su progresivo exterminio y aculturación (algo que aparece con mucha fuerza en ese extraño western entre “conradiano” y bíblico que es The Proposition -2005-, dirigida con sobriedad por John Hillcoat y guionizada/ musicalizada por el gran Nick Cave con un score, en colaboración con el violinista delos Dirty Three y tambien Bad Seed Warren Ellis, que replica en algunos aspectos el de este film, no por tanto por su sonido como por similar voluntad de trance), una variante intelectualizada del cine de catástrofes, resabios paranoicos, horror sensorial y delirio onírico, angustia existencialista y metafísica en un dispositivo asombrosamente armónico e inagotable, una de esas obras cumbres que
De manera perfecta (el guión es primoroso en su construcción y progresión, en su estructura hipertextual en la que una imagen y un momento remite a otro anterior o anuncia uno futuro) la riqueza de ideas, la elegancia alejada de cualquier tentación de barroquismo de las soluciones de puesta en escena y la lícita profundidad de las ambiciones (por ejemplo: la decisión de que el protagonista blanco sea un abogado mientras se dirime un juicio universal en el que la ley natural está por encima de los hombres) funcionan dentro de los parámetros del fantastique, lo que permite a Weir deslizarse por lugares inaprensibles en los que la irrealidad manda y que son aquí visualizados en
O sobre todas la imponente escena de la conversación en trance entre Chamberlain y el chamán que revela finalmente la verdadera naturaleza del protagonista como transmisor entre mundos- que atacan sorpresivamente una superficie mundana en la que la rareza y lo inquietantes es una gotera que termina por calarlo todo, apoyándose en la repetición obsesiva de motivos (el agua y los elementos acuáticos-las ranas, por ejemplo- o mágicos –el búho, los árboles que, literalmente, atacan la casa ya en el clímax final) y encuadres (magistral la escena en la Chamberlain sueña con un Gulpilil que le entrega la runa, visualizado exactamente igual que una escena posterior en la
Archivado bajo:70's, Australia, Fantastique, horror, La última ola, Mitos, Peter Weir, Politique des auteurs Tagged: 70's, aborígenes, agua, antropología, Australia, catástrofes, cíclos, choque cultural, ciudad, creación/destrucción, creencias, David Gulpilil, destrucción, elementos, Fantastique, La última ola, mente, metafísica, mitología, Nandjiwarra Amagula, obra maestra, Olivia Hamnett, onírico, percepción, Peter Weir, premoniciones, primitivismo, realidades, religión, Richard Chamberlain, ritmos, sueños, The last wave, tiempo, transmisor, tribus