Los siempres en los jamases.

 Acabo de terminar de leer “ La elegancia del erizo” de Muriel Barbery. Como cada vez que termino una lectura que consigue tocarme un poco el alma, me debato entre el regocijo y la tristeza. Tristeza, porque todo final es una despedida. Regocijo, al ser consciente de haber descubierto un exquisito tesoro.
 No puedo evitar sentirme identificada con Renée y Paloma. Dos personas solitarias, incomprendidas, que buscan la felicidad en el arte, en la cultura, en las pequeñas cosas de la vida, pero que no pueden evitar quedarse con ese extraño sabor agridulce que les provoca el no poder compartirlo con nadie. Dos almas gemelas que viven a escasa distancia pero no se conocen, y que cuando por fin lo hacen, se dan cuenta de que, en realidad, no hay gente solitaria, sino rodeada de las personas inadecuadas.
 Ojala todo el mundo encontrase a sus Renees y Palomas, a esas personas que te enseñan a apreciar las belleza de las camelias entre nubarrones de tormenta, y te ayudan a buscar los siempre en los jamases.