Esta mañana fría y entoldada de tu otoño, te he vuelto a encontrar desde la otra orilla. Y te he andado –desde mi andar mecánico- pausadamente, sintiéndote como siempre a cada paso.
Dialogando contigo a través del objetivo de mí cámara, me decías que soy apasionado y que siempre te miro con buenos ojos, quizás tengas razón, pero tú, y lo sabes, eres una de mis debilidades.
De las mucha peculiaridades que te “encarnan” son los Sotos de la Albolafia una de ellas. Eres una de las pocas ciudades en el mundo que tiene un monumento natural protegido en el corazón de su casco urbano. El interés científico por su flora y fauna unido al histórico por sus cuatro molinos, es extraordinario. Precisamente el de la Albolafia, el que aun posee la noria, le da nombre a tus Sotos y está representado en tu escudo.
Mientras otrasson egocéntricas y promocionales, tú te limitas solo a mostrarte y crees que te va bien, pero pienso que un poco de ego no te vendría mal.
Me despedí diciéndote no sé cuando volveré…mientras el aire que te respiro me susurraba, no tardes.
Molino de la Albolafia