Primero se dedican a dar crédito sin mirar a quién: hipotecas por doquier, créditos personales con garantías más que dudosas… Tras unos años de ‘café para todos’, la burbuja explota y ya cunde la desconfianza hacia cualquier individuo que ose acercarse por una de sus oficinas y, además, entre ellos mismos. Es ahí cuando entran en acción los gobiernos que, asustados por el más que probable derrumbe del castillo de naipes construido con empeño durante los últimos años, ponen a disposición miles de millones de euros de dinero público de todos los contribuyentes (y, por ende, potenciales clientes) para evitar la catástrofe. Mientras tanto, algunos listos se dedican a premiarse a sí mismos por lo bien que han gestionado la mayor crisis desde el crac del 29 con bonus absolutamente escandalosos.
Después de recibir esos galardones y de cerrar años históricos en plena recesión, entran en la escena de una obra de teatro más que orquestada los mercados, esos entes etéreos que todo lo pueden… Y cunde el pánico. Los gobiernos, nuevamente, ponen sobre la mesa cantidades que uno es incapaz de imaginar (750.000 millones de euros...) para hacer frente a ese feroz ataque al euro. Todo se calma, pero la desconfianza sigue existiendo y, por tanto, el grifo de la financiación continúa cerrado a cal y canto.
Y tras todo esto, dos años y medio después, surgen dudas de que el sector financiero esté escondiendo, tras balances maquillados, agujeros preocupantes. Ello hace aumentar un poco más la ya paupérrima confianza. Así es que, se deciden a publicar los cacareados ‘stress tests’, una suerte de exámenes sobre la solvencia en Redactarsituaciones límite. Ellos mismos elaboran la prueba y, tras conocer el supuesto buen resultado (hay ya algunos que advierten de que hay que analizarlo “con optimismo y fe a partes iguales”), se jactan de sus saneadas cuentas y buscan expiar sus culpas para quedar como los buenos de la película
¿Cuál será el siguiente paso? ¿Qué se inventarán para no afrontar el verdadero problema de la banca: el cierre del grifo de la financiación a empresas y familias? ¿Cuánto durará la dictadura de los todopoderosos mercados? ¿Hasta cuándo los gobiernos aguantarán este espectáculo sin tomar cartas en el asunto y ponerle el cascabel al gato? Ya no hay mucho margen.