No suelo dar demasiada importancia a los sueños, sin embargo, cuando una persona de cierta importancia se me aparece en ellos y más, si está relacionada con lo que hago, en este caso escribir, no puedo menos que tomar nota mental.
Gabriel García Márquez no ha sido para mí la primera referencia en mis preferencias de lectura, temo decirlo (lo que para muchos significará una herejía). Reconozco que leerlo es una delicia, tiene ese no-se-qué que poseen algunos escritores que hacen que desees seguir leyendo; como mi amigo Fernando diría: «tiene la virtud de dejar correr las palabras como una seda», que es lo que he tratado de hacer siempre con mis escritos sin estar segura de haberlo logrado. Pero volviendo al inicio, anoche soñé con Gabriel García Márquez. No lo conocí en vida, solo he visto de él fotos, reportajes y leído unas tres novelas de su autoría: la infaltable Cien años de soledad, El general en su laberinto y El amor en los tiempos del cólera y algunos de sus cuentos. Reconozco que su estilo es de los que se te meten en el cuerpo y convierten tu momento de lectura en una sinfonía de emociones por su cualidad de formar frases y metáforas inigualables y anoche, o mejor dicho, esta madrugada, me desperté con su rostro fijado en mis retinas. Las arrugas y la flacidez de sus mejillas denotaban una edad avanzada, los pliegues de sus ojos daban cuenta de la cantidad de años transcurridos frente a las letras, no llevaba anteojos, y me miraba sonriendo con cierta picardía. Conversábamos, no recuerdo exactamente de qué, solo quedó en mi memoria noctámbula la palabra: «necronómico» de una conversación que no tenía mayor sentido:A una pregunta que le hice, y siento decir que no recuerdo cuál, me respondió:
—Ahora escribo necronómico.
—¿Qué es eso?
—Desde abajo. —Entonces rio, miró a un hombre que venía detrás de mí por el lado izquierdo y se fue caminando con él. Sus espaldas desaparecieron y yo abrí los ojos y desperté.
No tenía idea del significado de “necronómico”. Así pues, acudí a Google y tecleé la palabra en el buscador. Para mi sorpresa existía, no en el diccionario de la Real Academia, pero sí en muchas páginas relacionadas con el Necronomicón, una obraque supuestamente contiene fórmulas mágicas para invocar a los demonios e información sobre distintos fenómenos misteriosos del mundo. Se desconoce su contenido a ciencia cierta, pues nadie ha podido leerlo o ubicarlo, no obstante el escritor H.P. Lovecraft lo cita en algunos de sus cuentos, pero aclaró en muchas oportunidades:
“En relación a los libros terribles y prohibidos, me fuerzan a decir que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió ningún Abdul Alhazred ni el propio Necronomicón, porque inventé esos nombres yo mismo.”
Y yo, que únicamente recuerdo haber escuchado ese título sin mucho interés porque tampoco soy una lectora asidua de Lovecraft (supongo que decirlo será otro espanto para los grandes literatos), no tengo explicación para haberme topado en un sueño con una derivación de la palabra Necronomicón y menos proviniendo de los labios de Gabriel García Márquez.
La etimología de Necronomicón es más transparente de lo que suele creerse. Si astronómico significa etimológicamente “relativo a la ley u ordenación de los astros”; el neologismo necronómico sería «relativo a la ley (o las leyes) de los muertos.
Fuente: http://diccionario.sensagent.com/NECRONOMICON/es-es/
Creo que es una palabra que tal vez utilizaré en alguno de mis libros, porque aunque su significado no figure en la Academia, es perturbadora.