Revista Literatura
Los trémulos latidos de cesar reyes casas
Publicado el 10 junio 2010 por RaulheraudPor: Raúl Heraud
César Reyes Casas, joven poeta peruano que ha publicado el poemario Trémulos latidos (Editorial La Merced - 2009) pergeña sus paganos versos desde algún doliente Sinaí. Versos llenos de refulgente amor correspondido en algunos casos y en otros idealizando el instante que quizá nunca existió: “nunca te fuiste/ fui yo quien se marchó”. Y con esto nos recibe este estentóreo poeta quien nos hace recordar los versos del poeta insigne César Vallejo “por el exceso de pensarnos/ entre los maderos clavados,/ húmedos de tanto beso fulgurante…” poniendo sobre un pedestal el cuerpo de la mujer, elevándola a otra categoría como lo hizo Vinicius de Moraes en su clásico poema Receta de Mujer, enalteciendo los dones de aquella deseada fémina “y en tu mirada reflejábase mi respirar,/ cansado por imaginar tu curvada figura”.
Los poemas de este libro muestran un desmedido enfebrecimiento por el sexo opuesto: “quiero sentirme en el Amazonas/ y sentir su eterna vida verde/ para probar lo silvestre/ de tu virgen cuerpo” y “fuiste el cénit de esos segundos/ y yo el nadir de esos siglos…” una clara idealización del amor visto desde los ojos de un procaz amante.
Trémulos latidos nos recuerda las epístolas de Goethe en Werther “me sentí caer en el averno/ era tan lúgubre/ que solo desee no verte más” y ante esta visión catastrófica el libro como un laberinto infranqueable va agotando sus salidas llevándonos al final de sus páginas a naufragar en la más absoluta desilusión. Porque el amor además de pasión, es excelsa locura, aguas en las que parece haberse sumergido el poeta:
VII
Escuché el pálpito melodioso
el vaivén de suspiros agónicos
de mis peores horas
en mi mejor intento de ser hombre,
solo bailar por las nubes anhelo
aunque a tu diestra agonice
y solo ofrezca muestras egoístas
aferrándome a vivir,
bailemos acompañados por esta melodía,
ciñéndome a tu piel no me sentirás
por ser solo un recuerdo
solo un mal recuerdo,
cómo poder sonreírte y no morir
esfuerzo inútil para mis años
cómo recibir tus palabras y no morir
esfuerzo imposible para mi ilusión…
Raúl Heraud
La Molina, junio de 2010