Érase una vez había tres cerditos que se fueron de casa de sus padres a buscar fortuna.
Antes de irse, su madre les dijo: “Hagan lo que hagan, hacedlo lo mejor que puedan, porque esa es la manera de llevarse bien en el mundo.”
El primer cerdito construyó su casa de paja, porque era la cosa más fácil de hacer.
El segundo cerdito construyó su casa de palos. Esta fue un poco más fuerte que una casa de paja.
El tercer cerdito construyó su casa de ladrillos.
Una noche, el lobo feroz, al cual le gustaba mucho comer grasa de cerditos, se acercó y vio el primer cerdito en su casa de paja. Él dijo: “Déjame entrar, Déjame entrar, cerdito o te voy a soplar y resoplar y voy a volar tu casa!”
“No es por el pelo de mi peluda barba”, dijo el cerdito y siguió jugando a uno de esos juegos de Bob Esponja que tenía en casa.
Pero, por supuesto, el lobo hizo volar la casa y se comió el primer cerdito.
El lobo entonces fue a la casa hecha de palos.
“Déjame entrar, déjame entrar cerdito o te voy a soplar y resoplar y voy a volar tu casa en” No “por los pelos de mi peluda barba”, dijo el cerdito. Pero el lobo sopló esa casa también, y se comió el segundo cerdito.
El lobo entonces vino a la casa de ladrillos.
“Déjame entrar, déjame entrar”, exclamó el lobo
“O voy a soplar y resoplar hasta tumbar la casa a tierra”
“No es por el pelo de mi peluda barba”, dijo el tercer cerdito.
Bueno, el lobo sopló y sopló, pero no pudo derribar la casa de ladrillo.
Pero el lobo era un viejo lobo astuto y se subió a la azotea para buscar un camino por el cual acceder a la casa de ladrillos.
El cerdito vio que el lobo se subió a la azotea y encendió un buen fuego en la chimenea y colocó sobre ella una olla grande de agua.
Cuando el lobo finalmente encontró el agujero de la chimenea se arrastró hacia abajo y zas! el lobo murió ahogado en el agua caliente.
Al día siguiente, el cerdito invitó a la madre a su casa. Ella dijo: “Usted ve que es así como yo le dije. La manera de conseguir algo en el mundo es hacer las cosas tan bien como pueda.” Afortunadamente para ese cerdito, aprendió esa lección.
Lamentablemente el cerdito se quedó sin trabajo por que los precios de las casa de ladrillo subieron y los intereses que le cobraba el banco eran desproporcionados. El cerdito terminó desauciado, viviendo en una casa de paja ya que los malvados bancos le habían echado de la suya propia.
El cerdito se construyó entonces una casa de paja y a los pocos días fue devorado por otro lobo feroz llamado FMI.
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