Muchos no nos damos cuenta del valor de rescatar viejas costumbres -y esto hay que reconocerselo a los de Pejanda --> Asociación Socio-Cultural Pejanda - que hacen de un valle una unión de pueblos, de gentes que se juntan para componer unas comparsas sobre lo que ha acontecido durante todo el año en el valle. Desventuras de los vecinos, aventuras de los jóvenes. Las comparsas o trovas no sólo se cantan, sino que se exageran, parodian y hasta se interpretan a modo de teatrillo protagonizado por los de siempre, los más divertidos (y habituales de los bares) del valle.
Como cada año cuando pasa el fulgor del carnaval en casi toda España (excepto Canarias claro, ellos siguen celebrando alli que uno puede ponerse ropa ajustada, purpurina y pantalones cortos todo el año que para eso tienen un clima subtropical) llegan a Polaciones los famosos Zamarrones. Más que llegar lo que hacen los hombres del valle es salir a la calle ataviados con su famoso traje blanco impoluto (que al terminar sus saltos y sus bailes se encuentra "intratable") y un maravilloso sombrero lleno de colores flores, tiras, perlas y cualquier tipo de adorno estrafalario que a uno se le ocurra poner. Eso si, nunca falta el zamárganu (vamos, el palo). Yo, que soy de la nueva generación lo llamo baile, pero no es otra cosa que el sabaneo, que consiste en salpicar a las mozas con una especie de trapo colocado al final del zamárganu (supongo que sería una forma de ligar de la época, hombres...) llamando asi su atención y provocando el griterío entre los vecinos y como es habitual, la más sucia, mojada y más sabaneada es la chica afortunada de las fiestas (cosas de mi pueblo).
Que en tiempos de crisis se siga poniendo en valor las tradiciones más arraigadas de pueblos donde el éxodo rural ha hecho mella de tal manera es algo digno de admiración que me llena profundamente de orgullo: saber que sigue adelante, cada año con más gente, con más admiradores que participantes pero con la esencia de los zamarrones intacta, que es unir a los purriegos y retrotraerlos a sus antepasados. Y sobretodo pasar un buen rato con las comparsas, riéndose unos con otros. Y los unos de los otros también.
Este año Londres, el año pasado el trabajo en Madrid, otros años los estudios en Salamanca, parece que siempre hay algo que siempre me aleja físicamente de los carnavales pero eso si, siempre os llevo en el corazón, ¡a ver si el año que viene puede ser! Soy seguramente la purriega expatriada que más se acuerda de su valle, Polaciones y de su pueblo, Uznayo.
¿Os han gustado? Porque hay más fotos aqui