Los Zamarrones de mi pueblo

Publicado el 28 febrero 2012 por Silviamovellan @SilviaMovellan
Nadie sabe a ciencia cierta dónde ni cuándo ubicar su origen, algo se menciona sobre que fueron desapareciendo allá por los 50, aunque la fiesta profana del carnaval se prohibió desde el año 1939, algo bueno tenía que tener vivir en aquellas cumbres altas, rudas y medio salvajes y aisladas, que alli no llegaban prohibiciones de la ciudad. Lo que se sabe es que eran unos carnavales muy queridos, arraigados en la región, que convertían en Zamarrón a cada purriego, sin excepción, y que unían a los vecinos en una fiesta que duraba varios días.
Muchos no nos damos cuenta del valor de rescatar viejas costumbres -y esto hay que reconocerselo a los de Pejanda --> Asociación Socio-Cultural Pejanda - que hacen de un valle una unión de pueblos, de gentes que se juntan para componer unas comparsas sobre lo que ha acontecido durante todo el año en el valle. Desventuras de los vecinos, aventuras de los jóvenes. Las comparsas o trovas no sólo se cantan, sino que se exageran, parodian y hasta se interpretan a modo de teatrillo protagonizado por los de siempre, los más divertidos (y habituales de los bares) del valle.
Como cada año cuando pasa el fulgor del carnaval en casi toda España (excepto Canarias claro, ellos siguen celebrando alli que uno puede ponerse ropa ajustada, purpurina y pantalones cortos todo el año que para eso tienen un clima subtropical) llegan a Polaciones los famosos Zamarrones. Más que llegar lo que hacen los hombres del valle es salir a la calle ataviados con su famoso traje blanco impoluto (que al terminar sus saltos y sus bailes se encuentra "intratable") y un maravilloso sombrero lleno de colores flores, tiras, perlas y cualquier tipo de adorno estrafalario que a uno se le ocurra poner. Eso si, nunca falta el zamárganu (vamos, el palo). Yo, que soy de la nueva generación lo llamo baile, pero no es otra cosa que el sabaneo, que consiste en salpicar a las mozas con una especie de trapo colocado al final del zamárganu (supongo que sería una forma de ligar de la época, hombres...) llamando asi su atención y provocando el griterío entre los vecinos y como es habitual, la más sucia, mojada y más sabaneada es la chica afortunada de las fiestas (cosas de mi pueblo).Pero ¿quién mejor que Gustavo Cotera en su descripción del traje del Zamarrón? Atentos: "Ninguno tan peripuesto como los zamarrones blancos del Valle de Polaciones, quintos soldados cuyo aderezo quedaba a cargo de mujeres sabias en la materia; principiaban por endosarles camisa y calzón como la nieve, toscamente bordadas mangas y perneras, mas unas enaguas almidonadas casi ocultas por rico mantoncillo; éste se prendía a los flancos con alfileres relumbrantes y con un broche atrás, dejando caer sus puntas a modo de cola; cruzaban el pecho bandas de seda lazadas al costado, al par que enormes escarapelas de cintas abrían sus rosas en los hombros, introducción moderna y nada favorecedora fueron la repipiada corbata y las polainas militares o leguis, eso si, bien engrasadas con tocino; a la cabeza el sombrerón de mayor tronío que cabría esperar de esta estirpe de serrones y vaqueros; formaba su base uno de aquellos pajeros descomunales, de los de ir a la hierba, forrado exteriormente con blancos pañuelos de seda; alrededor del borde iba una delicada puntilla de a cuarta, sobre la que temblaban flecos de cristal y collares en festón, mientras por dentro, el ala rebullía de cascabeles; armando la copa, unos alambres sostenían monumental pirámide de flores de trapo, hasta abrumar la figura del zamarrón. Por si no fuera bastante adorno, tornasoladas colonias de tres dedos de ancho, en número de quince o dieciséis, arrancaban de sus respectivas moñas en el borde posterior del ala, flameando a la espalda como llamas de todos los colores…”.

Que en tiempos de crisis se siga poniendo en valor las tradiciones más arraigadas de pueblos donde el éxodo rural ha hecho mella de tal manera es algo digno de admiración que me llena profundamente de orgullo: saber que sigue adelante, cada año con más gente, con más admiradores que participantes pero con la esencia de los zamarrones intacta, que es unir a los purriegos y retrotraerlos a sus antepasados. Y sobretodo pasar un buen rato con las comparsas, riéndose unos con otros. Y los unos de los otros también.
Este año Londres, el año pasado el trabajo en Madrid, otros años los estudios en Salamanca, parece que siempre hay algo que siempre me aleja físicamente de los carnavales pero eso si, siempre os llevo en el corazón, ¡a ver si el año que viene puede ser! Soy seguramente la purriega expatriada que más se acuerda de su valle, Polaciones y de su pueblo, Uznayo.
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