No me cabe duda; el común es bastante incoherente. Las colas de primeros de mes en Callao, en Madrid, que en un principio pensé que eran para el cine, y que resultaron ser para cierta administración de loterías que parece repartir mucho dinero todos los años, me hicieron ver cuan extraños somos. Era una cola variopinta en edades y orígenes; emigrantes y locales, parejas, personas mayores, jóvenes... todos parecían resistir el frio sin problema a cambio de la espera, que me resisto a calificar de esperanza, puesta en un suculento anticipo de impuestos, que con seguridad, todos ignoraban hacer en aquel acto.
Es la misma rutina de cada año; derroche de luz, derroche de compras, derroche de comidas de empresa, para al fin derrochar en lotería, y todo como tránsito a la Navidad. Es la moderna novena del niño, el nuevo adviento, sustituyendo la luz del espíritu por la luz de neón o de led. Y todo para llegar al día 22 con posibilidades para ser rico, en realidad para cumplir con nuestras ambiciones y con el resto desbordar al mundo; pero primero nuestras ambiciones.
Si estuviera en mi mano borraría la lotería, pero especialmente la de Navidad y la del Niño. En general, porque engañar para cobrar impuestos necesarios es una necedad y una estafa. Y en particular, porque la natividad de la Esperanza es algo tan hermoso, que resulta soez embadurnarlo con el grito monocorde y estridente de unas pobres criaturas que no parecen crecer con el paso de los años, para apedrearnos con su cantinela durante toda una mañana, y que traen una cortina de humo para insensatos, que realmente sirve para hacer las carreteras por las que nos trasladamos, o pagar las luces que derrochamos en estas mismas fechas, o para el sueldo de los médicos que nos atienden, o para la cooperación internacional que generamos, o para los convites de la Casa Real.
Todo eso que nos negaríamos a pagar, de decirnos que es para lo que es. Mundo de engaños, mundo destruido que nos negamos a reconstruir, ese es en el que nos movemos. Inconscientes, sin querer saber quien nos gobierna de verdad, quien decide nuestras idas y venidas; nos movemos por ese mundo que nos reclama las deudas y no nos paga por lo que hacemos.
Pero a pesar de todo, algunos y algunas volveremos a creer en la magia esta Navidad, y tendremos Caridad, atisbaremos la Fe, y nos sorprenderemos de lo difícil y necesario que es alcanzar la Esperanza. Y termino con una fórmula que siempre me trajo esta sensación que describo; más temprano que tarde,....
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Lotería: un impuesto placentero
Publicado el 21 diciembre 2009 por LautarojcTambién podría interesarte :