Bibliometro S04E02. El caso de Rubem Fonseca es bien interesante. Publicó su primer libro de cuentos a los 38 años, podría decirse que "tarde", y puede que lo sea, pero es que tampoco comenzó siendo escritor o artista o algo similar; fue policía, un policía bueno por lo demás, moral y ética y humanamente hablando, pero además muy cumplidor y solvente, así que en un viaje a Estados Unidos para un curso policial aprendió administración de empresas y más tarde se hizo abogado, todas vivencias que luego plasmaría en su obra en combinación con sus eruditos conocimientos literarios y de otras áreas, un hombre de inteligencia superior sin duda. Lucía McCartey, el libro que ahora nos convoca, es el tercer conjunto de cuentos que Fonseca publicó, el año 1967, cuatro después del primero. El nombre de Fonseca siempre me había rondado en la cabeza (a veces cayendo en el olvido) porque en todos lados hablan de él como un experto en historias de bajos fondos, criminales, novela negra, etc., por lo que, viendo que estaba en el sistema de Bibliometro, me dije que ya era hora, siendo dichos tópicos una obsesión para mí.
Primero que todo, admitiendo que no soy un experto en la materia en lo absoluto, debo dejar constancia de mi, cómo decirlo, disconformidad con la traducción de John O'Kuinghttons, traductor chileno que vive en Brasil (y que de hecho tenía un par de blogs que abandonó hace unos tres lustros), principalmente por el sello chilensis que le imprime. Comprendo que lo que propone Fonseca es una prosa ruda, corta, ametrallada, también procaz y soez, replicando el habla de sus personajes, pero leer un libro brasileño traducido al extremo de la jerga chilena me parece un desatino, pienso que se puede mantener y respetar la agresividad prosística con un español más neutro. Y es que leer a un policía brasileño diciéndole a un sospechoso, también brasileño (porque los hechos transcurren en Brasil, casi todos en Río), "entra al auto ahueonao" te despista y descontextualiza, y ojo, que es tan sólo UN ejemplo, y por cierto el menos escandaloso y/o sangrante. No sé qué pensarán los lectores de España cuando ven casos similares, si les acomoda o les importa un pepino que una traducción, aunque parezca obligada a ello, sea muy "españolizada", o en su defecto, muy pegado a una jerga particular. Lo que es yo, quedé con una espinita clavada y tengo la intención, quizás no por lo pronto, de leer estos cuentos en la traducción de otra persona, para comparar y comprobar si mis reparos están fundados o son prejuicios de mierda.
Como sea, hablemos de los cuentos, diecinueve en total. Como conjunto, podemos inferir que Fonseca propone varias cosas, a saber:-La prosa, ya mencionada arriba, agresiva, dura, áspera, de sentencias cortas como puñetazos y secuencias rápidas como ráfagas de disparos, combinados con diálogos (cuando el narrador no es ningún personaje, claro) como sacados directamente de los bajos fondos. Un estilo más bien behaviorista, con descripciones parcas y sucintas, pero lo suficientemente efectivas para situarnos en tal lugar, tiempo o situación, y siempre obedeciendo al influjo de la acción, del movimiento. Salvo contadas excepciones, no hay mucha introspección y hasta los mismos personajes, si se encargan de narrar los hechos, tienden a concentrarse más en lo que sucede en el exterior en vez de lo que hay entre sus dos orejas. Además hay entretenidas experimentaciones como la de la foto, con esos diálogos presentados de esa forma.-En efecto, Fonseca escribe historias que pueden adscribirse a la narrativa negra, el noir, ciertamente con su toque brasilero, un noir consciente de sus circunstancias. Acá hay historias de peleas clandestinas, de policías y detectives, de encargos y favores, de misterios y tratos mal hechos, de delincuentes y prostitutas, comisarías y burdeles, callejones nocturnos y habitaciones iluminadas artificialmente, etc.-Fonseca, no obstante, no se queda solamente dentro de los límites de un género literario (o sub género, quién sabe), él escribe también sobre personajes y cómo sus acciones y rutinas o rituales reflejan la humanidad interior y la podredumbre sociopolítica, la pobreza, la corrupción, la muerte, la marginalidad que les rodea. Tiene personajes entrando a la vida sin saber muy bien cómo, tiene personajes sobreviviendo a su situación concreta y urgente y primaria, tiene personajes cansados y hastiados. A pesar de la aparente sencillez de su prosa, sus cuentos son bastante más complejos de lo que aparentan (aunque, dicho sea de paso, no sean prodigios aún de narrativa), albergando varias capas dramáticas y estéticas.-Entre medio también veremos presente dos constantes en su obra: el sexo y el arte, la teoría y la práctica de ambas manifestaciones del genio y placer humano. Sexo y arte, elementales, cruciales, vitales para el individuo.-Por último, un interesante sentido del humor, una ironía afilada y compasiva a la vez. Como si las tragedias humanas fueran algo terrible pero también chistoso, es el absurdo de la vida quizás, para qué sufrir con algo si se puede reír.
Lo demás ya sería hilar muy fino y ponerse excesivamente específico. De los cuentos en sí, destacaría por sobre el resto el homónimo Lucía McCartney, sobre una joven prostituta que se enamora de un cliente; El cuarto sello (fragmento), una genial y entretenida historia con tintes futuristas sobre un asesinato por encargo; El caso de F.A., sobre un abogado que acepta rescatar una prostituta para un cliente empotado; *** (Asteriscos), sobre una ambiciosa y megalómana obra de teatro que amenaza con cambiar la escena teatral y dramatúrgica brasileña, puede que mundial; La materia del sueño, sobre un jovencito descubriendo los placeres de la vida, unos muy peculiares eso sí; Los inocentes, una deliciosa y sarcástica miniatura; Desempeño, sobre un peleador clandestino al que le están dando como caja y quiere dar vuelta el match; y puede que Mañana de sol, sobre un día en la calle y en las comisarías, víctimas, verdugos y delincuentes. Pienso que estos cuentos reflejan y plasman de manera más rotunda, coherente y lograda, las intenciones narrativas y estilísticas de Fonseca. Por contraparte, sin mencionar títulos, hay otros cuentos en donde esa prosa dura y corta es contraproducente y genera una sensación de ir narrando a tropezones y trompicones, en donde todo parece quedar a mitad de camino entre personajes que son apenas esbozos, historias o conflictos con lagunas o que, al final, no se comprende mucho qué querían contar más allá de lo someramente descrito. Ok, ok, digamos nombres: Un día en la vida, Víspera y Zoom, en mi opinión, no sólo son los más débiles del conjunto sino que, por sí mismos, son cuentos bien planos, quizás esa sea la palabra. Y el resto, no temamos, están muy bien; no a la altura de los otros, más que nada porque no parecen tener el mimo que Fonseca puso en, por ejemplo, Lucía McCartney o El caso de F.A., es decir tienen un carácter más bien anecdótico y juguetón o cándido, ocurrencias, pero dentro de ello son muy entretenidos, solventes y legibles.Como resultado tenemos un conjunto de cuentos bastante sólido (sobre todo sus primeras cien páginas) que se lee con sumo interés bien recompensado al final. Uno queda con hambre de más Fonseca.
La ficha bibliográfica de Lucía McCartney es bien escueta. Cuatro préstamos en seis años, el anterior al mío fue hace cinco, luego nada. Un misterio que nunca podré comprender. Como si este libro en particular dejara de existir, como si cayera en un negro profundo, pero no es sólo éste, ya hemos visto que sucede lo mismo con otros libros. Vaya uno a saber. Por lo demás, el timbre de la década anterior era más grande y menos potente que el que usaron al último, apenas se distinguen las fechas. Lo que sí, no están tan mal colocadas.