Revista Literatura

Luminarias somnolientas

Publicado el 19 enero 2010 por Avellanal

 

Tras las cortinas plateadas del altar: alcoba a medianoche
–mármoles, sedas y cristal de luces–
un pueblo solitario asiste al sacrificio
entre incienso sagrado de orines y de semen

Las banquetas marchitas se apiadan
y acomodan tibio nido a los culos huesudos
con la espiga que florece sobre el tapizado
¡viejo sillón Luis XV en un desván de ratas!

Envuelto en su kimono, frente al espejo
un ángel displicente se prende una orquídea:
la caja de celofán abierta sobre el lecho,
una cita olvidada, entre pliegues de raso.

Rozando apenas los crespones de duelo
penetran en el templo los profanadores,
asesinos rosados con sus armas en la mano
apuntan tiernamente, rodeados de sombras.

Tras las cortinas ahora, un cabaret nocturno
donde un gitano toca el violín
mientras un exiliado ruso con smoking,
en balde de hielo lleva champagne.

Bajo el techo corredizo de estrellas porteñas
sueñan las pálidas calvas al claro de luna,
en cofres de peluche, sus mechones rizados,
y en el vaso del baño, sus dientes perlados.

En sus sillones sienten las lánguidas marquesas empolvadas
que todas las agitaciones y acechanzas son vanas,
sus manos vacías de ardientes caricias
cuelgan pálidas y yertas, como manos de muertas.

Pero en el jardín nocturno de los tallos erguidos
siempre hay una mano que deshoja una corola,
ilusoria flor roja que será olvidada
al sacudir la última gota de la aurora.

El guardián enmascarado con sus pies de terciopelo,
disuelve los sueños en la llama de su linterna.
Cada amanecer la escoba arroja a la basura
bien envuelta en un diario, una mano cortada.

 


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