Siempre me ha extrañado que no se quisiera ir. Es bruta, y no da su brazo a torcer. De hecho, si fuera como la protagonista del ¨Maldito Karma¨ de David Safier, pensaría que la gata es mi bisabuela reencarnada que ha venido a verme. Seguí observándola, y entonces comprendí por qué la perseguían los gatos de ¨villa arriba¨: ¡Estaba en celo! Justo en ese momento me di cuenta de que ella había ganado la partida. No había duda. Esto fue lo que pensé: ¨duerme en el garaje, o en el felpudo, o en una silla sobre un cojín. Está en celo. Posiblemente, ya esté preñada, y si no lo está, lo estará dentro de un par de horas. Cuando eso suceda, parirá aquí, porque no quiere estar en otro sitio¨. Siendo práctica, sólo tenía dos opciones: Quedarme con ella sola, o quedarme con ella y su futura camada. Yolanda nos acompañó al veterinario. Esperando a que la vieran, decidí que se llamaría Luna. Está sana, es siamesa y no tiene ni siquiera un año. Unas pastillas y varias inyecciones después, volvimos a casa y pregunté a las peques si querían que se quedara. Por supuesto, la respuesta fue sí. Hoy la han esterilizado. Ya no tendrá gatines con los que yo no sabría qué hacer. Y ya no tendrá que ir a comer a ningún sitio si no quiere. Luna ha ganado el pulso. Es la gata más cariñosa que he tenido. Y la más tozuda. Y Greta, Gala, las peques y yo estamos contentas de que esté aquí. Está claro: el que la sigue, la consigue. Bienvenida Luna.
Luna
Publicado el 07 marzo 2012 por BeatrizbeneitezSiempre me ha extrañado que no se quisiera ir. Es bruta, y no da su brazo a torcer. De hecho, si fuera como la protagonista del ¨Maldito Karma¨ de David Safier, pensaría que la gata es mi bisabuela reencarnada que ha venido a verme. Seguí observándola, y entonces comprendí por qué la perseguían los gatos de ¨villa arriba¨: ¡Estaba en celo! Justo en ese momento me di cuenta de que ella había ganado la partida. No había duda. Esto fue lo que pensé: ¨duerme en el garaje, o en el felpudo, o en una silla sobre un cojín. Está en celo. Posiblemente, ya esté preñada, y si no lo está, lo estará dentro de un par de horas. Cuando eso suceda, parirá aquí, porque no quiere estar en otro sitio¨. Siendo práctica, sólo tenía dos opciones: Quedarme con ella sola, o quedarme con ella y su futura camada. Yolanda nos acompañó al veterinario. Esperando a que la vieran, decidí que se llamaría Luna. Está sana, es siamesa y no tiene ni siquiera un año. Unas pastillas y varias inyecciones después, volvimos a casa y pregunté a las peques si querían que se quedara. Por supuesto, la respuesta fue sí. Hoy la han esterilizado. Ya no tendrá gatines con los que yo no sabría qué hacer. Y ya no tendrá que ir a comer a ningún sitio si no quiere. Luna ha ganado el pulso. Es la gata más cariñosa que he tenido. Y la más tozuda. Y Greta, Gala, las peques y yo estamos contentas de que esté aquí. Está claro: el que la sigue, la consigue. Bienvenida Luna.