La tortuga es un reptil cuya característica es el caparazón dividido en trece sectores, que también muda a medida que transcurre el tiempo aunque sin la periodicidad de las serpientes y lagartos. Los escudos del caparazón se van renovando lentamente, de manera individual y sin obedecer a un orden predeterminado.
Con su andar reposado y metódico, la tortuga es la guardiana del tiempo y encarna la sabiduría y experiencia que se adquieren con el paso de los años. Pacífica y sensible, posee una gran capacidad intuitiva y la virtud de concebir el tiempo en el presente, como aquellas personas que transitan el camino evolutivo de la claridad, al decir de Don Juan Matus. En sombra se manifiestan defensivos e intolerantes al no haber limado las rispideces de la omnipotencia.
La tortuga impulsa a la reflexión sobre lo vivido, a fin de realizar los movimientos necesarios en el aquí y ahora que faciliten la evolución. Es tiempo de dejar atrás la soberbia que oculta el miedo, correr el velo para que surjan nuevos espacios internos y alinearse con la esencia que subyace en cada uno, para dar el salto hacia el nivel de conciencia propio de la era que estamos transitando.
Crónicas guadalupanas
Los pueblos indígenas latinoamericanos se trasladaban a pie a lo largo de ios inmensos territorios que habitaban: las guerras, la vida social, el comercio, requerían de largas caminatas para arribar al objetivo previsto. Por el cerro Tepeyac se desplazaba Juan Diego dirigiéndose al franciscano convento de Tlatelolco, cuando se produjo la aparición.
Sus antepasados rindieron culto a Tonatiuh, el astro solar, y a Meztli, la brillante luna, tal vez con la misma devoción con la que Juan Diego dedicó el resto de su vida a la Virgen de Guadalupe. Con la consagración de un iniciado, abandonó hogar y familia para trasladarse a vivir en la nueva ermita del Tepeyac, con el único propósito de transmitir el mensaje amoroso guadalupano: ofrecer consuelo y amor maternal a un pueblo asediado por la guerra y la violencia.
Juan Diego cuidó del templo hasta su último día: barría su pequeña superficie, se ocupaba del incensario y transmitía a cada persona que lo visitaba las palabras de la Señora del Cielo, como la llamaba. Su fama de varón santo perdura hasta nuestros días y forma parte de la liturgia guadalupana; fue canonizado en el año 2002 por el Papa Juan Pablo II y su festividad se celebra el 9 de diciembre, día de su encuentro con la Virgen de Guadalupe.
Testeos en días lluviosos
Persuadida por su buena fama me decidí a adquirir el shampoo Klorane a la leche de almendras, de agradable olor semiamargo y textura espesa y blanquecina. Sin perjuicio de las opiniones a su favor he de concluir que no resulta adecuado para cabellos normales, ya que el efecto volumen que promete redunda en una untuosidad excesiva en mi caso.
Natura cuenta con combinaciones de fragancias que resultan deliciosas para el baño diario, tanto por su aroma como por el efecto de los elementos naturales sobre la piel. El exfoliante para el cuerpo a base de avellana y granada combina la acción del fruto seco con el perfume intenso de la fruta, en una síntesis que da como resultado este jabón cremoso. Al aplicarlo con una esponja arrastra las células muertas sin irritar, al mismo tiempo que humecta la superficie corporal.