Conocía el fuego destructivo de la ira que arrasa la vida por dentro y por fuera. También había conocido en su vida el fuego, maravilloso y pasajero, de la pasión amorosa. Fuego que la devoró, anuló y la llevo una tarde del mes de julio, rodeada del verdor caliente y húmedo de la selva al medio día, al borde de la locura. En el límite del abismo imploró a Ix- Mukane (Antigua y Sabia Abuela) para que la librase de ese destino.
Tiempo después, sentada bajo el flamboyán que le regalaba consuelo en esos días tan llenos de tristeza, se dio cuenta que había vivido esa experiencia para conocer energías y conocimientos que tenía dentro de los dos primeros chakras. Una noche, cuando la Luna llena estaba a la derecha de la palmera cargada de cocos, sintió de nuevo que todo era hermoso, todo lleno de perfección.
Había escuchado a su corazón y no se había equivocado. Su vida se llenó de agradecimiento por todo lo aprendido. Ahora va a diario al Templo del Fuego del Espíritu a limpiar su alma. El Ser, fuego supremo, llena su corazón y le habla de AMOR. Ella no duda. Siente un gran poder interno que no es sino el poder de la comunión con EL-ELLA. Y escucha: “Hace eones elegiste conocer el bien y el mal. Después optaste por ser purificada y consumida por el fuego del Espíritu para fundirte en EL-ELLA con conciencia. Es tu historia, tu destino. El de todos los seres humanos.”
El copal lleva sus oraciones a lo alto y perfuma la serena noche de Luna llena.
Un cordial abrazo Lolina