Hoy he creí escuchar su llamada.
Vi las algas y la mar embravecida en nuestra playa, su playa…
Las gaviotas chillaban cerca de la orilla, agitadas sus alas y preparadas para el vuelo.
Junto a la niebla y la arena comenzaron una danza, la brisa conocida fue llevándose sesgadamente la primera, que por el contrario, se quedó en mis ojos atrapada.
Gotas de lluvia en el horizonte lejano y en mi corazón alejado de todo amor desde que ella me dejó.
Mi luto no avanza, mi alma sonrojada por la vergüenza de no poder pasar página, de no tener alma …
Como una gran tormenta, perfecta por las continuas olas, los embates en el viejo malecón, corazón…
Que sentido tiene volver a arriar mi bote, que sentido orientarse por el consumido faro, guarecerse en el conocido puerto , si ya no existe un hogar al que regresar.