Apenas veo la luz, una ráfaga de viento me ciega y, poco a poco, esa dulce y fina línea que atraviesa cada uno de los poros de mi piel, se va alejando. Luz, ven a mí… por favor, no te vayas. Luz. Y un eco repentino, me hizo escuchar mi voz durante varios y breves minutos… pero largos, para mi cabeza.
Llevadme hasta allí. Hasta ella. La quiero tocar, quiero sentirla como se siente la vida. De la misma manera que siento mis letras. De la misma manera que fluyen en mí.
Regaladme la luz, por favor.
Dádmela al igual que, me dais vuestro silencio. La quiero poseer como quien observa a la Luna y quiere atraparla entre sus pequeños dedos, y tenerla así para siempre… para sí. Dadme la luz que me hizo quedar a oscuras a raíz de mi locura, quiero luz.
Dadme la luz, dádmela ya… joder. Quiero verla, sentirla, amarla, quererla… y, sobre todo, volver a estar cara a cara con ella, mi vida.
Regaladme la luz.