Luz encendida
Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. A menudo, cuando hago el recorrido, miro hacia nuestra ventana que se mantiene encendida hasta muy tarde. Me dice que le cuesta conciliar el sueño, la pobre, que no se acostumbra a mi ausencia. Yo también la echo mucho de menos. Esta mañana iba absorto, pensando en el calor que desprende cuando la abrazo mientras aún duerme, y de pronto, la urraca del segundo izquierda me ha saludado muy amablemente. Antes ni me miraba a la cara, en cambio últimamente me regala unas sonrisas de lo más extraño.
Torcuato González Toval.