Revista Diario

M’anam

Publicado el 03 agosto 2010 por Lphant

M’anam

Volver a volar sonriendo.

Pero ¿qué más dará? Si el caos es caos y mi vida no se aleja del vaso de leche sobre mi mesa ¿qué puedo hacer? ¿soñar, dejarme llevar, amar de nuevo? ¿Volver a dejarme engatusar por la neblina de una vida oscura, obtusa, enrevesada y difusa? Una vida lánguida como la mirada de un poeta sin letras, como el alma de un domador, sin leones, como el rostro serio de un piloto sin nave.

Y es que por más que lo intento, lo siento, no siento.

Cuando, cuando de verdad siento lo que fluye por mi pensamiento, realmente, no me paro a pensarlo, no pienso siquiera en un posible análisis de lo que sale del lóbulo derecho de mi cerebro. Es inevitable. Como la muerte o la vida.

Y si que es cierto, que cuando analizo, cuando creo que estoy destapando las verdades, no me doy cuenta de que no hago más que cubrirlas con cemento. Y es hora de romper los cimientos que he ido creando a lo largo de dieciocho años de mi vida. El patrón de ésta, para mí, es impredecible, inconstante, es libre. No existen algoritmos, ni tablas estadísticas, ni porcentajes. No puedo hacer estimaciones de la vida que quiero vivir, sólo puedo seguir recorriendo el camino. Un sendero largo, pedregoso y en pendiente. Y soy quien decido cuando hacer un alto en el camino, cuando parar a respirar y cuando aumentar la marcha.

En este momento siento que debo alejarme del camino y explorar la nada de su alrededor. Escaparme a mear, si quieres. Y es que necesito verter mi historia en un cubo vacío y observar el color y la concentración del fluido.

La vida da muchas vueltas, hoy estoy aquí… pero mañana ¿quién sabe? ¿quién sabe si habrá mañana como hubo ayer o como hay hoy? Futuro, pasado, presente… lo único que debo tener claro es que hay que seguir de frente, enfrentando mi rostro al viento, mis ojos a los vuestros, arrojando mis miedos a mi valor, a mi fuego.

No basta con sentirme mal o triste. A veces me es necesario explotar y derramarme. Otras simplemente, me dejo llevar por mi arrogancia y miro a mi vida por encima del hombro, sin comprender que no hay nada que mirar, porque no existe forma de captarla, no existe forma de transmitirme ni por aquí ni por ningún sitio. Mi cerebro comienza a ser un sistema cerrado, independiente, solitario.

Añade a tu vida lo que a mi me falta y desentierra tu alegría y tus ganas. Araña el tiempo que te queda y disfruta de lo que puede ofrecerte, de lo que tu puedes ofrecerte a ti mismo.

Historias, viajes, sueños… baraja tu vida como te plazca, pero empieza a sacar las cartas desde el primer día. No esperes al tiempo.



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