Me he herido.
Me he dado
las narices contra el piso.
He tropezado
tantas veces
con piedras similares
que mis pies ya caminan
sin el auxilio de mis ojos.
No me asustan
más los golpes y caídas,
solo busco que mi alma
se libere
de la soledad,
tan compañera siempre.
¿Qué me van a hacer
más golpes?
Si tengo el corazón morado
de tantos machucones.
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