Seguimos peleándonos por veintidós señores que le dan patadas a un balón. Seguimos sin trabajo porque una parte de la humanidad se aprovecha de la desgracia de la otra. Seguimos viendo telediarios llenos de noticias cargadas de tristeza y de violencia.
Es un mundo loco.
Bajo a mi minúscula presencia, a mi pequeño universo, y me doy cuenta que mi mundo también está loco. La felicidad de unos y otros parece convertirse en el polo opuesto de la mía y hace que nos alejemos lentamente al principio e irremediablemente con el imparable paso del tiempo. Mi felicidad hace que olvide a otras personas que han mantenido algún tipo de sinergia conmigo. Mi felicidad hace que me de cuenta que la locura que ella produce en mi interior hace que más pronto que tarde atestigüe lo fugaz de la amistad.
Pero supongo que la vida es así. Las reglas del juego son las que son. A veces no podemos cambiarlo o, simplemente, no queremos hacerlo.
Hoy, más noticias de este loco mundo. Mientras yo sigo viviendo en mi amurallado castillo sobre la colina de la felicidad, otros están estrellándose contra la ruptura y el desasosiego de la incertidumbre. No puedo hacer nada.
Y en este punto es cuando la locura me pone esa venda en los ojos y hace que no mire al exterior. Me inundo de la felicidad interior y procuro luchar por mantenerla, aún a pesar de la desgracia de los demás...
Que te vaya bonito,