Oksana Dyka, joven soprano ucraniana con una breve pero intensa carrera, cantó una sensacional Butterfly, sobrada de volumen incluso cuando la puesta en escena no jugaba a su favor, delicada (dentro de lo que cabe) en el primer acto y dramática en los dos posteriores, sin caer en la exageración. La suya es una voz todo-terreno, con agudos en punta cuya presencia destacaba sobre la masa orquestal y un centro maleable que se adaptaba con suma facilidad a las exigencias de la partitura. Nos dejó boquiabiertos con Un bel dí vedremo, momento que la mayoría de Butterflies intentan salvar sin desgastarse excesivamente porque aún les queda mucho que cantar y que ella aprovechó al máximo.
Aunque en la función de ayer estaba previsto el debut en Les Arts de Demos Flemotomos como Pinkerton, un aviso por megafonía antes de que empezara la función nos hizo saber que el papel sería interpretado por el italobrasileño Thiago Arancam. Curiosamente, ambos tenores presentan coincidencias en su biografía: Arancam ganó el segundo premio absoluto, el premio de zarzuela y el premio del público en Operalia 2008 y Flemotomos ganó los mismos premios en Operalia 2009. Por lo visto, Arancam fue llamado de urgencia para cubrir la baja de Flemotomos y apenas tuvo tiempo para familiarizarse con la escena ni para ensayar. Digo esto porque, aunque su rendimiento fue insuficiente, sonó engoladísimo y la orquesta le superó con frecuencia, me pareció una injusticia el abucheo que se llevó cuando salió a saludar. Ya sé que abuchear forma parte de la tradición operística, pero por favor, que era un sustituto, un chico que hace una semana ni siquiera sospechaba que iba a estar en Valencia cantando Pinkerton y que ha aceptado meterse en este lío para salvar una función que de otra forma seguramente se habría tenido que cancelar. Si este chico fuese el Pinkerton titular y lo hubiese cantado así no diría nada, pero siendo un cover de urgencia me parece muy mal que se le abuchee con tal saña. Cuatro años sin un buh (y motivos ha habido de sobra) y este año se abuchea hasta al sustituto. Ni tanto ni tan calvo, ¿no?
Otro de los motivos por los que disfruté de esta Butterfly fue la puesta en escena de Marusz Trelinski, procedente del teatro Wielki de Varsovia. Será porque ya estoy hasto de ver la típica casita en la colina, las sombrillas rotatorias y demás parafernalia, pero esta producción me ha encantado. La dirección de actores es excepcional y la escenografía consigue momentos de gran plasticidad con grandes superficies de color que cambian según lo hace el ánimo de los personajes. Es, por tanto, una puesta en escena más psicológica que realista, lo que explica la licencia de hacer aparecer a Butterfly en barco y otras muchas que se toman durante la obra y que a mí en ningún caso me parecieron chirriantes, más bien todo lo contrario: me ayudaron a meterme en la trama, algo que sin ayuda posiblemente nunca habría hecho por ser el de Butterfly el argumento con el que más me cuesta empatizar de toda la obra de Puccini.