Escritora: Anchee Min
Madame Mao, es una agradable y bien escrita biografía novelada de Jiang Qing, la última esposa de Mao Zedong, que llegará a ser la cabeza del lado ideológico del movimiento maoísta, y pieza clave en la Revolución Cultural.
En el libro es inevitable el recorrido histórico de la China de Mao. Ese Mao con apariencia de Confucio, cuyas teorías, sin embargo, son para Mao un veneno para la nación. ¿El Mao comunista o el Mao emperador? Hay que matar para curar. Individualista que no permite la individualidad de los demás. Es la mente lo que hay que tatuar.
Cuantos más territorios gana Mao, más atormentada se siente ella. No se conforma con la invisibilidad, necesita ser la primera actriz, se dice que por amor, aunque parece más bien que es por la no aceptación del desamor, del rechazo. Exige reconocimiento y respeto. Nadie se lo da. No tiene apoyos. Ese será su móvil, la lucha por un puesto en su vida y en la vida de Mao. Quiere ser recordada como en un teatro, como la primera actriz, como el gran amor de Mao, con honor. Da igual si es verdad o no. Luchará y luchará, la angustia es su compañera, el miedo perenne, el miedo a que si para, Mao le vuelva la cabeza y su vida caiga en mil pedazos. Miedo a que Mao se deshaga de ella, de la misma forma que hizo con otros, a veces sólo por celos. La crueldad el precio que tendrá que pagar.
Conseguirá salir de la sombra de una concubina imperial, se establecerá como candidata a futura gobernanta. Le esperan muchas sorpresas y traiciones, incluso del mismo Mao.
El reflejo de una sociedad, donde el comunismo es la religión, dice ella: ‘he recorrido la tierra en estado salvaje y sé que todos los seres humanos están solos en el fondo’.
El libro nos ofrece los fotogramas de la lucha por el poder, inseparable de esa inmensa soledad y vacío. Dice ella: ‘Tengo el poder de paralizar la nación pero soy incapaz de granjearme el cariño de un solo individuo’.
En el ocaso, acabará destinada a la fabricación de muñecas que serán exportadas a todo el mundo. Algunas de esas muñecas, puede que en algún trastero cercano, sea una de las que bajo las faldas lleve marcado su nombre, una de sus últimas maquinaciones contra el olvido.