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Madrugar

Publicado el 22 marzo 2010 por Karmenjt

No me gusta madrugar. Todo el que ha convivido conmigo lo sabe. En el face soy miembro de “Mi cama tiene una fuerza sobrenatural que no me deja levantarme por la mañana” y “Yo por cinco minutos más de sueño MA-TO”, son las únicas páginas chorras con las que me siento completamente identificada.

Siempre he sido un ave nocturna. Mi momento de mayor actividad (cerebral, la física todavía no ha encontrado su momento en las 24 horas del día) es por la noche. Leer, internetear, escribir, ver una película… se me hacen la una de la madrugada y no me apetece irme a dormir, el sueño no llega. Me obligo a irme a la cama, pienso en todo lo que tengo que hacer al día siguiente… que mañana estaré echa polvo… y claro, me desvelo.

En esos momentos de insomnio absoluto estoy más despejada que después de mis tres cafés expresos de por la mañana. Se me ocurren todas esas cosas pendientes que no me apetece hacer cuando estoy levantada y es de día: organizar el armario y doblar bien la torre de ropa que cada vez está más inclinada, ordenar las fotos de los últimos 15 años, buscar la garantía que necesito para reparar el aire acondicionado…  pero no son horas.

Afortunadamente mis noches de insomnio han disminuido notablemente, tanto como la frecuencia de posts en este blog, pero sigo acostándome más tarde de lo que debería con lo que no suelo cumplir las ocho horas recomendadas de sueño (que será por eso que no luzco como las modelos esas que dicen que ese es su único secreto de belleza), y por la mañana el armonioso sonido del arpa que he elegido para tener un suave despertar siempre me parece que suena demasiado pronto… y lo apago y me doy media vuelta… cinco minutos más.

Que suelen ser quince, hasta que mi despertador de urgencia me avisa de que si no me levanto llegaremos todos tarde.

Mi hija es como yo. En cuanto me oye entrar a su cuarto se tapa la cabeza y me refunfuña unos minutos más… pero mi hijo… no sé a quien ha salido. Ningún miembro de mi familia es madrugador. Somos marmotas evolucionadas en humanos. Madrugamos por obligación. Punto.

Menos él. Hoy ha sido uno de esos días raros y escasos en los que se ha dormido y le he tenido que despertar.

Se ha enfadado consigo mismo porque ha perdido una hora de estar despierto. Y mientras desayunaba enfurruñado, su hermana y yo lo mirábamos incrédulas… ¿Qué se puede hacer mejor a las siete de la mañana que seguir durmiendo?

Y ya se me ha hecho la una de la mañana…


MADRUGAR

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