Revista Talentos

Magia

Publicado el 20 enero 2015 por 50palabras @50palabras_
Un día desperté convertido en caballo y el jinete que espoleaba mis costados obligó a erguirme en dos patas; entonces me transformé en árbol: mis extremidades fueron ramas a las que treparon pequeñas criaturas, que inventaban juegos, protegidas bajo su sombra. Al hechicero, culpable de tal encantamiento, lo llaman Nieto.
Escrito por Beto Monte Ros - Web

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