Porque soy buena con los gualichos, y aquellos que incluyen pelos, bigotes o uñas felinas son los que me salen mejor. Si la necesidad es muy extrema, voy y mato un gato (total, cada uno de ellos tiene siete vidas, no van a extrañar una más o menos) y generalmente obtengo resultados positivos (otras no, pero se ve que algunas vidas de gato vienen falladas). Tengo mis esperanzas puestas en Gina, les diré, una gata virgen seguro vale por cinco, pero por ahora estoy ahorrando vidas, porque se viene el mundial y seguro ahí necesito muchas.
Hace unos días, adopté una víctima de sacrificio nueva: el Dr.Malito, un gato amarillo y maullón que ya se apoderó del espacio detrás de la tapa de la laptop (Gina adelante, Malito detrás, mi dios, estoy rodeada de gatos). El Dr.Malito llegó a la familia porque el último gatito de la camada de Flor desapareció hace unos días (en mi barrio se ve que la gente no quiere mucho a los mininos) y Ale estaba desconsolada.
Cuando se lo comenté al Amigo, me hizo reír.
“Increíble usted,” me dijo. “Con la cantidad de gatos que ha tenido, Uruguay debería ser campeón del mundo antes de empezar a jugar.”

EriSada